El papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de María en el año 1950. El Papa Pío XII declaró que la madre de Jesús fue llevado cuerpo y alma a la vida eterna sin tener ninguna corrupción corporal en la muerte.
Hoy en nuestro mundo moderno, en mucho sentidos, no valoramos el cuerpo humano. En verdad, nos gastamos millones de dólares en cosméticos, dietas y ejercicios para hacer el cuerpo más atractivo, pero en una manera superficial. Ahora en nuestra sociedad, el cuerpo no está honrado como la vasija terrestre del nuestro alma inmortal. Para mucha gente, el cuerpo sirve para dar la satisfacción en cualquiera manera disponible.
El Catecismo explica que “La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos” (#966). La importancia de la Asunción para nosotros como seres humanos es en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y nuestra resurrección. La presencia de María, un ser humano como nosotros, quien en cuerpo y alma ya está glorificada en los cielos es una anticipación de nuestra propia resurrección.
El misterio de la Asunción de la Bendita Virgen María al cielo nos invita a reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra y sobre la vida eterna que tenemos junto con la Santísima Trinidad, con nuestra Madre la Virgen María, con los ángeles y con la comunidad de los santos. Sabemos que María ya está en el cielo glorioso en cuerpo y alma. Con este conocimiento, con sus oraciones y sus intercesiones, nos renovamos la esperanza en nuestra futura vida en Cristo.
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