Thursday, August 25, 2016

21 de agosto de 2016 - vigésimo primer domingo del tiempo ordinario - Lucas 13: 22-30

    ¿Qué debemos hacer para ser verdaderos discípulos de Cristo ¿Quién será elegido para entrar en el reino eterno de Dios?  En esencia, esto es lo que se le preguntó a Cristo en el Evangelio: "Jesucristo, quien va a entrar la vida eterna con usted? ¿Quién va a recibir salvación?  ¿Muchos o pocos?”  En la respuesta de Jesús a esta pregunta, tal vez hay otras pregunta que necesitamos pedir también.
      En el año 1894, nació un muchacho que se llamaba Reymundo en un aldea muy humilde y pobre en Polonia.  Reymundo era un niño muy travieso, siempre se metió en problemas y no obedecía a sus padres. Su mamá, perdiendo la paciencia con él un día, gritó: Señor, ¿qué va a pasar de mi hijo Reymundo?  Al reflexionar sobre lo que dijo su mamá, Reymundo oraba a la Virgen María. María respondió en una visión. Nuestra Señora presentaba dos coronas a este muchacho: una blanca, otra roja. Ella le preguntó si él estaba dispuesto a aceptar cualquiera de estas coronas. La corona blanca simbolizaba que él debe perseverar en la pureza, la roja que se convertiría en un mártir. Dijo que iba a aceptar estas dos coronas. El próximo año, a la edad de 12 años, Reymundo entraba en la congregación  de los Franciscanos, donde tomaba el nombre religioso Maximiliano. Recibió su ordenación al sacerdocio a la edad de 24 años.  Establecía la misiones católicas en China, en Japón, y en India.  Él promovía una dedicación a la Virgen María el los pueblo donde él servía.  Volvió a Polonia a su monasterio cuando había problemas en su país.  El monasterio tenía una estación de radio y una imprenta.  Después de la invasión alemana de Polonia en la segunda guerra mundial, la estación de radio y la imprenta hablaban en contra los nazis.  El monasterio fue cerrado y el Padre Maximiliano Kolbe fue detenido por los alemanes. Finalmente, fue enviado al campo de concentración de Auschwitz, era el prisionero # 16670.  Su celda se convirtió en una capilla en la que invitó a todos los demás prisioneros para rezar el rosario, para cantar himnos a la Virgen María, y para celebrar la Eucaristía. Porque era cura, recibió muchos golpes de los guardias.  Cuando un prisionero escapó, los guardias seleccionaban 10 de ellos para vivir en una celda juntos sin agua y sin comida para morir de hambre. El Padre Maximiliano no estaba escogido inicialmente.  Sin embargo, cuando supo que uno de los hombres tenían una gran familia con una esposa y niños, con el fin de evitarle, el padre Maximiliano Kolbe se ofreció para ocupar su lugar. El Padre Maximiliano hizo un ministerio con los otros prisioneros hasta el momento de su muerte.  Fue el último de los 10 prisioneros de morir. Murió el 14 de agosto de 1941.  Es el santo de este día en nuestra Iglesia católica.  Durante la canonización de Maximiliano Kolbe en 1982, el Papa Juan Pablo Segundo lo llamaba el patrón del siglo veinte, un siglo que vio tanta guerra y  violencia y crímenes contra la humanidad.
      No creo que el Padre Maximiliano Kolbe estaba preocupado por la pregunta que se hizo en el Evangelio por alguien en la multitud: ¿Cuántos estarán salvos?  Como se dice en el Evangelio, algunas de las personas en la época de Cristo estaban pensando: Asistimos con usted en la calles y en las sinagogas, escuchando su enseñanzas. Hemos comido y bebido con usted. Fuimos parte de su grupo de discípulos. Ciertamente entramos en su reino de salvación al fin de los tiempos.  Jesús nos llama a una vida de discipulado. Él nos llama a ir más allá de la superficie, para dejar que sus enseñanzas penetrar en nuestro corazón, de estar abierto a la conversión, el cambio, y transformación.  Por lo tanto, en lugar de hacer preguntas acerca de cuyas va a ser salvo y la preocupación de que, tal vez tenemos que concentrarnos en la profundización de nuestra relación con Cristo, para crecer más cerca de él y los valores de su Evangelio. Fuimos salvos en el pasado en nuestras vidas, en el momento de nuestro bautismo, en el momento de nuestra iniciación en la fe, en nuestra vida de discipulado.  Somos salvos en el presente, como Cristo nos llama a la conversión, a la renovación y a la nueva vida.  Y seremos salvos en el futuro, en la gracia que nos ofrece de Dios cada día. Se nos invita a entrar en la puerta de la fe cada día de nuestro viaje como pueblo peregrino aquí en la tierra.  Algunos días, la puerta puede parecer muy difícil para entrar, muy estrecha.  Me encanta la imagen que el Papa Francisco nos dio cuando el Año Jubilar de la Misericordia comenzó en el diciembre pasado. El Papa dio inicio al Año Jubilar mediante la apertura de la puerta especial en San Pedro de Roma que sólo se abre durante años jubilares especiales. Y él lo hizo no sólo al abrirse esta puerta en una manera normal. Él tomó un martillo y derribó los ladrillos, abriéndola a los peregrinos para entrar en su visita a San Pedro.  Algunos días, habrá una gran cantidad de ladrillos para nosotros derribar también.  Con la misericordia y la gracia de Dios, vamos a tener la fuerza para hacerlo.


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