Thursday, August 4, 2011

8/7/2011 – Homilia dominical - El décimo noveno domingo del Tiempo Ordinario - el libro primero de los Reyes 19, 9a y 11-13a; Mateo 14, 22 - 33




¿Podemos reconocer la presencia de Dios cuando nos habla en una suave briso o en una tormenta poderosa?  ¿Podemos reconcer la presencia de Dios en su cuerpo y en su sangre en la Eucaristía?

En el cuento de Elías que escuchamos hoy en la lectura del libro primero de los Reyes, la palabra de Dios le dijo que Dios va a pasar en su presencia.  En nuestro encuentro con Dios en las sagradas escrituras, muchas veces Dios se manifiesta a los hombres con poder y grandeza.  Nosotros, como seres humanos, estamos cautivados en esta vision de la grandeza de Dios. En el libro primero de los Reyes, Dios pasó ante Elías cuando él se refugiaba en una cueva del monte. Elías estaba buscando la presencia de Dios en su grandeza: en el viento impetuoso, en el terremoto poderoso, y en la tormenta terrible. 
Pero, Dios no estaba en estos momentos de poder – El estaba en un momento de silensio, en una suave brisa. Muchas personas en nuestro mundo moderno estan buscando a Dios en los momentos grandes de nuestra vida. Pero, muchas veces, Dios está presente en los momento de silencio y en los momentos ordinarios de nuestra vida.
Pero, en nueustro Evangelio de hoy de San Mateo, Cristo estaba presente a los discípulos en una manifestación de poder y en sus capacidades como Dios. Los discípulos le encontraban en medio de la tormenta en el lago, cuando Jesús estaba caminando por las aguas. Los discípulos tuvieron miedo en este momento – se perdieron su fe en Dios y en Jesuscristo. Jesús subió a la barca, y el viento se paró.  Los discípulos conocieron la identidad de Cristo en este momento, y se postraron ante El.
Muchas veces, somos como los discípulos.  Es como no reconocemos la identidad de Jesucristo en la manera que vivimos nuestra vida de fe.  Muchas veces, somos como Pedro, con una fe comenzado y superficial, con una fe llena de duda y temor.  Muchas veces, podemos decir – Si, tengo fe en mi Dios, pero no estoy cierto.  Tengo dudas. Tengo miedo.  Pero, la presencia de Dios es siempre con nosotros en nuestra viaje de fe.  Puede ser como una suave brisa o una tormenta grande. 
En su encuentro con Dios, Elías recibió el coraje para cumplir su misión como profeta de Dios. Los discípulos crecieron en su fe, en su conocimiento de la identidad de Jesucristo como nuestro Salvador.  Ellos recibieron la fe para seguir en los caminos de la la misión de Cristo. Y nosotros tambien debemos escuchar a la voz de Jesús en nuestra vida, a su presencia que está con nosotros. 




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