En nuestro mundo moderno, tenemos muchas oportunidades para ir a la escuela y a la universidad, para estudiar qualquiera cosa. Con nuestra tecnología, con nuestras computadoras y nuestras capacidades, pensamos que nosotros, como seres humanos, nos hemos convertidos en recreadores de lo que Dios ha hecho. A veces, podemos mirar las gradezas que los hombres han hecho en el mundo, y podemos tener un gran orgullo. Con este orgullo, es casi imposible para tener un sentido de sencillez y humildad que debemos tener en nuestra vida de fe. En verdad, podemos tener muchas cosas materiales en nuestra vida, pero estas cosas no son una garantía para tener un vida llena de felicidad y alegría.
Jesús encontraba los doctores de la ley en su predicación de la Palabra de Dios. Ellos tenían orgullo y arroganía en sus vidas de fe, en su manera de alabar a Dios y practicar su religión. En el Evangelio de hoy, Jesus esta diciendo que ellos necesitaban recibir Dios con sencillez y gozo y humildad, como los niños. Con esta sencillez en nuestros corazones, podemos reconocer lo que Dios ha hecho en nostros. Esta sencillez en el amor y en la misericordia de Dios puede tener una profundidad más fuerte que el orgullo y la sabiduría en nuestro mundo. Mucha gente en nuestra sociedad tiene una falta de evangelización de la palabra de Dios en sus vidas. Y si no tenemos la paz de Dios en nuestro corazon, estamos afuera del camino de fe. Todos de nosotros tenemos que saber que solo Dios es el Maestro de nuestra vida, que debemos vivir segun los mandamientos del Señor. No podemos ser el Maestro proprio de nuestra vida. No podemos abandonar las leyes de Dios y vivir segun nuestras leyes proprias. Al inicio del Evangelio de hoy, Jesus dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra.” Para tener este sentido en nuestra vida de fe es muy importante. Necesitamos reconocer el poder de Dios, que El es el Señor del cielo y de la tierra. En verdad, cada uno de nosotros necesita roconocer el Padre como el Señor de nuestra vida. Podemos tener muchas cosas como un dios un nuestra vida, como una persona, o una nueva ideología, o las cosas materiales. Pero, nada puede reemplazar a Dios en nuestra vida y en nuestra fe. Como en los niños, Dios ha revelado sus misterios a quien es capaz de escucharlo y aceptarlo. Y los niños pueden hacerlo con el gozo y la sencillez y la inocencia de sus corazones. El descanso y la paz que el Señor nos promete es un descanso y una paz que necesitamos para seguir en el camino de Dios. El yugo que el Mesías nos da es un yugo del amor. Es un yugo que se adapta a las posibilidades reales en nuestra vida, que nos da la posibilidad de ser más plenamente humano, más feliz, más contento.
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