Monday, March 5, 2018

11 de marzo de 2018 - el cuarto domingo de Cuaresma – ciclo B - Juan 3:14-21


       Para creer en Jesucristo no es algo muy fácil en nuestro camino de fe. Para ser discípulo de Cristo no es una decisión que podemos hacer sin consecuencias.  Podemos mirar que dice en el Evangelio de hoy: “El que cree en El, no será condenado. Pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.”  Son palabras muy fuertes.  No es un mensaje suave.
      En verdad, podemos, escuchar muchas voces en nuestro mundo moderno.  En estas semanas antes de Pascua en la temporada de cuaresma, estamos en el desierto con Jesús - es un camino muy duro.  La Iglesia nos dice, Cristo nos dice, que tenemos las disciplinas de oración, ayuno, y obras de caridad durante estos 40 días. Tenemos la llamada durante Cuaresma para examinar nuestros corazones y las relaciones que tenemos con Dios y con nuestros hermanos.  En estas semanas de cuaresma, es importante para mirar la manera que necesitamos cambiar nuestra vida según la voluntad de Dios.  El mundo moderno dice que es tanto y sin mérito para hacer las disciplinas de cuaresma, para hacer sacrificios en el nombre de Cristo, porque el mundo secular dice que es mejor para disfrutar de nuestra vida.  Un hombre me dijo que el va a ayunar de brócoli esta cuaresma porque no le gusta el brócoli.  Pero, no tenemos las disciplinas de cuaresma para ponerlos en ridículo.  Las promesas que tenemos con Dios deben venir de nuestro corazón y nuestra humildad – no son chistes o bromas. 
     Para nosotros como católicos, no es suficiente para creer.  Para creer es la base de nuestra fe, es algo esencial. Pero, necesitamos vivir las enseñanzas de Jesucristo en nuestra vida – necesitamos ponerlas en práctica.   Nuestra fe no es una teoría – debe ser una realidad para nosotros.
     “Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”   Este verso del Evangelio de Juan es tal vez el verso mas conocido de la Biblia.  Podemos decir en la luz de este mensaje de Dios que no somos capaces por nosotros mismos de justificarnos en nuestra fe cristiana.  No somos capaces de santificarnos o de salvarnos.  Necesitamos decir también que necesitamos entender sin reservación que nuestra salvación depende primeramente en Dios – en un don de El – en una acción de gracia de El.  
     Pero, tenemos responsabilidad en nuestro camino de fe también.  Nosotros, como seres humanos, tenemos una participación en la vida de fe, en el Reino de Dios.  Tenemos que dar respuesta a todas las gracias que Dios nos ha dado. Nuestra participación en la temporada de cuaresma, nuestra acompañamiento con Cristo en su vía cruces, es una manera para vivir nuestra fe, es una manera para dar gracias a Dios y para reconocer la autoridad de Jesucristo en nuestra vida. 
      Me gusta mucho el mensaje que San Pablo nos da en la lectura de la carta a los efesios: “La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y El nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya hemos sido salvados.”  En la misericordia de Dios, en su amor, estamos caminando con Jesús esta cuaresma.  Cuando estamos cayendo en nuestro camino, cuando sufrimos, estamos con Cristo en su camino.  Si, en la generosidad de Dios, somos salvados.

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