Estamos en el segundo domingo del adviento –
cuatro semanas de preparación y espera antes de la navidad. Hoy, escuchamos las primeras palabras del Evangelio
de San Marcos. Con las palabras del profeta de Isaías, el
Evangelio empieza con una buena noticia para nosotros, con la buena noticia de
Jesucristo, el Hijo de Dios. Isaías nos dice que hay una voz que está gritando
en el desierto, una voz que nos dice que necesitamos preparar un camino para la
llegada de nuestro Señor, un camino recto.
Tal vez, pensamos que estamos abandonados en el
desierto, que estamos desolados. Pero, no es la verdad, no es toda la historia. Podemos encontrar Dios en el desierto en una
nueva manera, en la soledad de este tiempo, en la palabra de Dios que está
presente con nosotros en una manera especial. Juan estaba en el desierto bautizando la gente. En verdad, no hay mucho agua en el desierto. En el desierto, el agua tiene una identidad muy
preciosa. Para nosotros, en nuestra vida de fe, el agua es
el símbolo de la vida nueva que tenemos en Cristo, en la buena noticia que nos
da vida, en nuestra vida de fe que puede crecer y florecer en el desierto de
adviento, en este tiempo de espera y esperanza. Hay otros momentos de dificultad que tenemos en nuestra
vida y en nuestro camino fe. Hay enfermedades, hay momentos muy secos, hay
sufrimientos y desafíos y problemas y luchas. En estos momentos, podemos recordar con mucha
ternura el desierto de Juan el Bautista, de su camino recto que el proclamó en
su mensaje. Juan proclamó al muchedumbre en Israel. Hoy, el proclama un mensaje para nosotros: que
debemos convertirnos a Dios, que debemos cambiar nuestra manera de pensar, que
debemos cambiar de actitud.
No comments:
Post a Comment