Estamos al último domingo de adviento. Estamos al fin de las cuatro semanas de
preparación que tenemos antes del nacimiento de nuestro Señor en nuestro mundo. En el
segundo y en el tercero domingos de adviento, escuchamos la voz de Juan el
Bautista. Juan preparaba un camino para la llegada de
Jesucristo. Juan era la voz gritando en el desierto, un
testigo de la luz de Cristo. En el
Evangelio de hoy, escuchamos la voz de otra mensajera en el tiempo de adviento
– de nuestra Señora, la Virgen María -
cuando ella recibió el mensaje del Ángel Gabriel.
Al inicio de este encuentro entre María y el
Ángel en el Evangelio, ella tenía miedo del contenido de este mensaje. Es
verdad, a veces, no queremos escuchar a la voluntad de Dios en nuestra vida. A veces, tenemos miedo, tenemos dudas, no
tenemos confianza en nosotros mismos. Pero, el
Ángel le dice a María: “ No tengas miedo.” Dios nos
dice lo mismo: que no debemos tener miedo en la presencia de nuestro Señor. Podemos tener miedo en nuestro camino de fe,
porque pensamos que Dios está muy lejos de nosotros. Como la Virgen María tenía el favor de Dios en el
mensaje del Ángel, nosotros estamos en su favor en una manera como sus
discípulos. Es verdad que Dios no se olvida de nadie, como Él
no se olvidó de María.
María tenía esta experiencia de Dios en su vida. Tenemos una experiencia de Dios en nuestra vida
también, una presencia con Él. Pero, a veces, no nos damos cuenta de esta
presencia. Antes de venir aquí en Tupelo, trabajaba mucho
con los prisioneros en las cárceles aquí en Mississippi en nuestro ministerio
católico. Me recuerdo, hablaba con los prisioneros de la
cárcel un día en mi ministerio, y un prisionero me dijo que no tenía ningún
conocimiento de Dios por muchos años antes de ir a la cárcel. Probablemente, la falta de una espiritualidad muy
fuerte y una relación con Dios era la razón que estaba en la cárcel. A veces, estamos en una esclavitud peor de una
cárcel cuando estamos afuera de Dios en nuestra vida. Con el mensaje del Ángel Gabriel, María tenía una
propuesta muy importante, y ella tenía la libertad de aceptar o rechazar esta
propuesta como nosotros tenemos en nuestra libertad también. Si no
estamos atentos a la voluntad de Dios en nuestra vida, su propuesta para
nosotros no significa nada.
Estamos tres días antes del nacimiento de Jesús
en nuestras vidas, en nuestros corazones. La Virgen María nos da un ejemplo muy buena que
podemos seguir en nuestras vidas. ¿Cómo
estamos reaccionando a la presencia de Dios en nuestra vida? ?Estamos consciente a su presencia, a la
experiencia que tenemos con Él? En estos días que tenemos antes de la celebración
de navidad, necesitamos continuar nuestra preparación para su llegada con
alegría y espera. Demos gracias para tener estas semanas de preparación
en nuestra vida, para renovar nuestra fe, y para dar la bienvenida a Cristo
cuando llegará en nuestro mundo.
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