Queremos dar la bienvenida a todos en nuestra
celebración eucarística esta noche, en nuestra celebración del nacimiento de nuestro Salvador. En esta misa de Navidad, tenemos muchos visitantes
e invitados y otros miembros de nuestras familia aquí que no vemos a la misa regularmente
cada domingo. Queremos dar la bienvenida especialmente a
aquellos de ustedes que son visitantes o con nosotros por la primera vez esta
noche en nuestra comunidad católica de Tupelo. Esperamos que todos ustedes se sienten la
bienvenida que se extiende a todo el mundo.
La Navidad es una celebración que los cristianos
esperamos celebrar en nuestro año litúrgico. Preparaba en las cuatro semanas de Adviento para
la llegada de este día - esta muestra la importancia de este día para nosotros
en nuestra fe. Preparaba con esperanza y alegría y expectativa,
porque sabíamos que este día iba a traer el nacimiento de nuestro Salvador al
mundo. Sin embargo, es difícil concentrarse en lo que la
Navidad significa realmente para nosotros en nuestra fe, ya que el mensaje de
Navidad tiene otro sentido en nuestro mundo secular.
El profeta Isaías comienza su proclamación en la
primera lectura, diciendo: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. No tenemos que mirar muy lejos para ver oscuridad
en nuestro mundo. Hay mucha violencia en nuestro mundo. Hay problemas con drogas y con alcohol. Hay una crisis económica en muchas países y
en muchas familias. Con las tinieblas que existen en el mundo y los
desafíos que suceden en nuestras vidas, podemos preguntarnos qué diferencia la
Buena Nueva de Navidad podría hacer en nuestras vidas este año.
Podemos darnos cuenta que en el momento del
nacimiento de Jesús, había muchos desafíos y muchas tinieblas en el mundo
también. Nació en la periferia del Imperio Romano, en una
zona considerada como pobre e insignificante. Él nació de una mujer joven, María. Ella no era
una princesa o de una familia poderosa en esa sociedad. Era un censo, por lo que María y José tuvieron
que viajar a la ciudad de los antepasados de José - Belén - la ciudad de David. Y este pequeño bebé no nació en un gran palacio o
castillo. Él ni siquiera nació en una casa de familia humilde. Este niño nació en un pesebre donde comían los
animales. En esta época, la mayoría de la gente ni siquiera
se dieron cuenta de su nacimiento. El nacimiento del niño Jesús se anunció por
primera vez al mundo después de su nacimiento en las palabras del ángel: “Les
traigo una buena noticia…. Hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un
Salvador, que es el Mesías, el Señor.” No anunció las noticias al gobernador o a los
sacerdotes o a los empresarios ricos. Anunció a los pastores que estaban en el
campo con su rebaño en el medio de la noche.
No parecía que el mundo estaba escuchando el
mensaje del nacimiento de Cristo, la noche en que nació. Y por todo lo que está pasando en el mundo ahora
mismo, por las tinieblas y la violencia, tal vez no vemos el mundo a prestar
atención a este mensaje en nuestros días tampoco. Los ángeles cantaban: “¡Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” Cantamos las palabras de la Gloria esta noche
también, las palabras que no hemos cantado durante los cuatro domingos de
Adviento, por lo que estas palabras son muy especiales y significativas esta
noche.
María - José - San Juan Bautista - ellos hicieron
su parte para preparar un camino para la llegada de Cristo en el mundo. Ellos dijeron "sí" a Dios. Dios depende de todos nosotros para hacer nuestra
parte para anunciar la Buena Noticia de Jesús al mundo, para que su luz a esos
lugares inesperados. El Papa Francisco explicó que para llevar a
Cristo a nuestro mundo, debemos llevar el amor de Cristo también. Es un amor
que comparte. Es un amor que perdona. Es un amor que acompaña. Es un amor que
no se diluya. Tenemos la presencia de la luz de Cristo que
entra en el mundo esta noche. Y nosotros necesitamos traer esa luz a nuestro
mundo también.
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