Estamos en el tercer domingo de Adviento. La Iglesia nos invita
de celebrar este tiempo de adviento con alergia y esperanza y espera. Dice el profeta Isaías
– “Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi
Dios.” Es una proclamación muy
fuerte.
Podemos mirar al mundo,
y en muchos sentidos, hay mucha tensión, hay mucha tristeza, hay muchos
sufrimientos, hay mucho desanimo. Hay mucha violencia y
pandillas y drogas y nuestras ciudades. Hay mucha injusticia y
pobreza. Hay indiferencia de
escuchar la Buena Noticia del Evangelio de nuestro Señor. Pero, la alegría que
tenemos en nuestra Señor no tiene su fundación en la superficie o el placer de
nuestro mundo.
Pablo explicó a los
tesalonicenses en nuestra segunda lectura hoy: Vivan siempre alegres y den gracias en toda ocasión – pero que
necesitan orar sin cesar. Para Pablo, vivir alegre es siempre con nuestro Señor
y en su camino de fe. Dijo San Juan
Crisóstomo, el Arzobispo de Constantinopla en la Iglesia Antigua : “La verdadera alegría se encuentra
en el Señor. Las demás cosas, a parte de ser mudables, no nos proporcionan
tanto gozo que puedan impedir la tristeza ocasionada por otros avatares en
cambio, el temor de Dios la produce indeficiente porque teme a Dios como se
debe a la vez que teme confía en Él y adquiere la fuente del placer y el
manantial de toda alegría.”
Me encanta mucho el
simbolismo que tenemos con María este tercer domingo de adviento en nuestra parroquia. Si, la Virgen María es
la Madre de Jesucristo, pero también es la primera discípula y la primera
misionera de la Iglesia – una jovencita quien tenía confianza en Dios y en su
voluntad en su vida. María estaba al lado de
su Hijo toda su vida – ella era creyente en El cuando murió en la cruz. Hoy, tenemos María –
Nuestra Señora de Guadalupe – debajo del crucifijo en nuestra iglesia. María tiene un papel
muy importante en nuestra camino del adviento – un papel muy importante en la
historia de la Iglesia. Pero, Nuestra Señora no
exalta ella misma – ella quería servir a Dios. Ella servía con
alegría y amor y compasión.
Hoy – el catorce de
diciembre – la fiesta de San Juan de la Cruz. Juan de la Cruz era
muchas cosas: sacerdote, místico, reformador de los carmelitas, compañero de
Santa Teresa de Ávila, y poetas muy célebre en el idioma española. Se podría pensar que
todo esto significaría que Juan tuvo mucho éxito en su vida. Sin embargo, ese no es su
historia. Después de la muerte de
su padre cuando era joven, Juan de la Cruz creció en la pobreza extrema. Cuando era joven
sacerdote con los carmelitas, Teresa de Jesús le pidió su ayuda para reformar
los carmelitas. Los dos deseaban un
retorno a sus raíces humildes de la oración y la simplicidad. Contra estas reformas, sus
monjes carmelitas lo secuestraron y lo pusieron en una cárcel, donde lo
golpearon cada semana. Fue encarcelado durante nueve meses hasta que se escapó. Sin embargo, en medio
de su encarcelamiento, en medio de sus sufrimientos, la luz de su fe creció.
Fuera de su lucha y dolor, escribió poesía muy hermosa sobre la noche oscura
del alma. En medio de todo lo que
pasó, Juan de la Cruz fue capaz de proclamar: "Donde no hay amor, pon amor
- y usted encontrará el amor." Dedicó el resto de su
vida en explicar y compartir el amor que sentía en su relación con Dios. Juan lamentablemente
murió el la cárcel en otra ocasión en medio del invierno. Tenía 49 años de
edad. Juan de la Cruz no era
amargado y cínico de las luchas y persecuciones que tenía. En cambio, se alegró en
su relación con Dios. Se convirtió en un místico compasivo. Sus poemas y
escrituras todavía tocan los corazones de muchas personas mas de 400 años
después de su muerte. Es el mensaje del Adviento – necesitamos preparar un lugar
para Jesús en nuestros corazones con alegría, no importa que pasa en nuestra
vida. Juan de la Cruz es
profeta de adviento que nos habla hoy.
Juan el Bautista era la
voz que gritaba en el desierto. Esta voz preparaba un camino para el Señor. Juan no era la
luz. Era testigo de la luz – la luz de
Cristo. Juan el Bautista. El
profeta Isaías. La Santísima Virgen María. San Juan de la Cruz. Oímos de los
mensajeros diferentes que traen el mensaje de la Buena Nueva que vendrá. Si, tenemos muchas
distracciones y muchos desafíos y muchas preocupaciones en nuestra vida. Vamos en muchas
direcciones en nuestra vida. Y en esta realidad, tenemos la llamada de preparar
un camino para el Señor en nuestra vida.
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