Sunday, December 14, 2014

12/14/2014 – Tercer domingo de Adviento – Ciclo B – 1 tesalonicenses 5: 16-24, Isaías 61:1-2a, 10-11, Juan 1,6-8, 19-28

       Estamos en el tercer domingo de Adviento.   La Iglesia nos invita de celebrar este tiempo de adviento con alergia y esperanza y espera.  Dice el profeta Isaías – “Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios.”  Es una proclamación muy fuerte.   
       Podemos mirar al mundo, y en muchos sentidos, hay mucha tensión, hay mucha tristeza, hay muchos sufrimientos, hay mucho desanimo.  Hay mucha violencia y pandillas y drogas y nuestras ciudades.  Hay mucha injusticia y pobreza. Hay indiferencia de escuchar la Buena Noticia del Evangelio de nuestro Señor.  Pero, la alegría que tenemos en nuestra Señor no tiene su fundación en la superficie o el placer de nuestro mundo. 
        Pablo explicó a los tesalonicenses en nuestra segunda lectura hoy: Vivan siempre alegres y den gracias en toda ocasión – pero que necesitan orar sin cesar. Para Pablo, vivir alegre es siempre con nuestro Señor y en su camino de fe.  Dijo San Juan Crisóstomo, el Arzobispo de Constantinopla en la Iglesia Antigua : “La verdadera alegría se encuentra en el Señor. Las demás cosas, a parte de ser mudables, no nos proporcionan tanto gozo que puedan impedir la tristeza ocasionada por otros avatares en cambio, el temor de Dios la produce indeficiente porque teme a Dios como se debe a la vez que teme confía en Él y adquiere la fuente del placer y el manantial de toda alegría.”
         Me encanta mucho el simbolismo que tenemos con María este tercer domingo de adviento en nuestra parroquia.  Si, la Virgen María es la Madre de Jesucristo, pero también es la primera discípula y la primera misionera de la Iglesia – una jovencita quien tenía confianza en Dios y en su voluntad en su vida.  María estaba al lado de su Hijo toda su vida – ella era creyente en El cuando murió en la cruz.  Hoy, tenemos María – Nuestra Señora de Guadalupe – debajo del crucifijo en nuestra iglesia.  María tiene un papel muy importante en nuestra camino del adviento – un papel muy importante en la historia de la Iglesia.  Pero, Nuestra Señora no exalta ella misma – ella quería servir a Dios.  Ella servía con alegría y amor y compasión.
         Hoy – el catorce de diciembre – la fiesta de San Juan de la Cruz.   Juan de la Cruz era muchas cosas: sacerdote, místico, reformador de los carmelitas, compañero de Santa Teresa de Ávila, y poetas muy célebre en el idioma española.  Se podría pensar que todo esto significaría que Juan tuvo mucho éxito  en su vida. Sin embargo, ese no es su historia.  Después de la muerte de su padre cuando era joven, Juan de la Cruz creció en la pobreza extrema. Cuando era joven sacerdote con los carmelitas, Teresa de Jesús le pidió su ayuda para reformar los carmelitas.  Los dos deseaban un retorno a sus raíces humildes de la oración y la simplicidad.  Contra estas reformas, sus monjes carmelitas lo secuestraron y lo pusieron en una cárcel, donde lo golpearon cada semana. Fue encarcelado durante nueve meses hasta que se escapó.  Sin embargo, en medio de su encarcelamiento, en medio de sus sufrimientos, la luz de su fe creció. Fuera de su lucha y dolor, escribió poesía muy hermosa sobre la noche oscura del alma.  En medio de todo lo que pasó, Juan de la Cruz fue capaz de proclamar: "Donde no hay amor, pon amor - y usted encontrará el amor."  Dedicó el resto de su vida en explicar y compartir el amor que sentía en su relación con Dios.  Juan lamentablemente murió el la cárcel en otra ocasión en medio del invierno. Tenía 49 años de edad.  Juan de la Cruz no era amargado y cínico de las luchas y persecuciones que tenía.  En cambio, se alegró en su relación con Dios. Se convirtió en un místico compasivo. Sus poemas y escrituras todavía tocan los corazones de muchas personas mas de 400 años después de su muerte.  Es el mensaje  del Adviento – necesitamos preparar un lugar para Jesús en nuestros corazones con alegría, no importa que pasa en nuestra vida.  Juan de la Cruz es profeta de adviento que nos habla hoy.
        Juan el Bautista era la voz que gritaba en el desierto. Esta voz preparaba un camino para el Señor. Juan no era la luz.  Era testigo de la luz – la luz de Cristo.  Juan el Bautista. El profeta Isaías. La Santísima Virgen María. San Juan de la Cruz. Oímos de los mensajeros diferentes que traen el mensaje de la Buena Nueva que vendrá.  Si, tenemos muchas distracciones y muchos desafíos y muchas preocupaciones en nuestra vida.  Vamos en muchas direcciones en nuestra vida. Y en esta realidad, tenemos la llamada de preparar un camino para el Señor en nuestra vida.

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