Venimos juntos a esta misa para celebrar la Noche Buena, para celebrar el nacimiento de Jesucristo. Hemos venido para celebrar nuestro Dios que se hizo hombre, que se hizo niño pequeño en el pesebre en Belén. Venimos a participar y celebrar, y alegrarnos de este suceso tan increíble y único. Recordamos la otra noche cuando unos cuantos pastores vinieron para a asistir al nacimiento de este niño especial y para rodear su cuna.
Ahora, ¿qué pasa realmente en Navidad que celebramos? ¿Qué hace Cristo para nosotros en su nacimiento en Navidad?
En verdad, Cristo viene a traernos la luz. “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló” nos proclama el profeta Isaías en la primera lectura de esta noche. Es una luz que puede cambiar nuestra vida y nuestro mundo, que puede cambiar nuestra existencia humana. Es una luz que puede ayudarnos con las miserias y las limitaciones y los sufrimientos que existen en nuestra vida. Es una luz que exige cambios en nosotros.
Cristo viene para llenarnos de alegría. El ángel lo anuncia a los pastores: “No teman, les traigo una buena noticia, que causara gran alegría a todo el pueblo”. Alegría, porque sabemos que hay un Dios que piensa en el hombre con amor y con misericordia, que se acerca hasta el hombre, que se hace hombre. Un Dios que recorre nuestro mismo camino, que comparte nuestras penas y miserias, nuestras angustias y esperanzas. Un Dios que viene a traer a todos los hombres la salvación. Cristo ha venido a traemos la felicidad, una felicidad que traspasa todos los horizontes terrenos para llevarnos a la felicidad verdadera que existe solamente en nuestra fe & en nuestro Dios.
Nuestra misión es convertirnos en la luz de Cristo. Esta luz de Cristo quiere penetrarnos, quiere transformarnos. Nuestra misión es convertirnos en esta alegría y ser testigos de la alegría cristiana en el mundo. En la luz de Cristo, tenemos la llamada de comunicar que el mensaje de Cristo es un mensaje de salvación, no de condenación; que es un mensaje de liberación, no de opresión; que es un mensaje de alegría, no de tristeza.
El nacimiento de Cristo que hoy celebramos es el nacimiento de Jesús, por supuesto, pero es nuestro nacimiento también. Esta noche tiene que nacer algo en cada uno de nosotros. La maravilla de Navidad – de esta Noche Buena - es que el Niño Dios, en el corazón de cada uno de nosotros, puede volver a nacer y a vivir en nosotros.
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