Se
acaba el tiempo de adviento mañana.
Mañana, vamos a celebrar el nacimiento de Jesucristo con nuestra
celebración de la Noche Buena. En las semanas de adviento, concentramos en nuestra preparación para dos cosas
- en el Dios hecho hombre en la primera
Navidad en el nacimiento del niño Jesús en Belén, pero también en la segunda
venida de Cristo en su gloria y en su majestad. Somos el pueblo de adviento en este sentido – en el nacimiento de Cristo en el
pasado – un acto de Dios muy conocido.
Pero, esperamos en el futuro, cuando el reino de este niño viene
en su plenitud.
En el adviento, tenemos lecturas de Juan el Bautista y de otros profetas para
darnos un mensaje de espera, de expectación, de luz. Hoy, al fin de adviento, tenemos una oportunidad de contemplar la riqueza de la
visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Había sorpresas en las vidas de María y Isabel – dos niños vienen
en su vidas. Ellas responden con
agradecimiento. Dios las vista y Dios
las bendice con el don de su hijos. Y
estos dos hijos tienen un papel muy importante en nuestra historia de
salvación. Los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesucristo no son cuentos románticos y
normales. María, una joven de 13 o 14 años, no conoce aún varón, pero esta embarazada por
la voluntad de Dios actuando en su vida. ¿Cómo puede comprender esta situación una joven como María?
En su pobreza, en su humildad, en su inocencia, ella escuchaba el mensaje de
Dios, y ella fue a su prima Isabel según este mensaje. María visitaba a Isabel, una viejita – ella vivía en fidelidad y en esperanza
en Dios, y recibió el mejor don para una mujer judía – un hijo. María viajaba a la casa de Isabel. Estas
dos mujeres necesitaban compartir su alegría y sus medios y sus inquietudes en
la intimidad de su amistad. Isabel proclama en esta visita a María: “Bendita tú entre las mujeres”. María
está bendita en el presente de esta visita – está bendita para siempre,
especialmente en los corazones de los seguidores de Jesucristo.
Para nosotros, María es una mujer elegida y amada por Dios. Ella es la madre de
Dios que recibió los saludos de Isabel.
Ella recibirá los saludos de nosotros para siempre. Con nuestras lentes de fe, podemos entender la profundidad de la visita de
María a Isabel, de la llegada de Jesús en nuestro mundo al pesebre en Belén.
María creyó. Isabel creyó. Y los dos hijos saltan de alegría en los
senos de sus madres, en la visita que tienen juntos. Terminamos el adviento con esta misa. Continuamos
nuestro viaje de fe en el nacimiento de nuestro Señor.
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