Tuesday, August 21, 2012

8/19/2012 – Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario – Juan 6,51-58, Proverbios 9, 1-6.


        En el Evangelio de hoy, del sexto capitulo de San Juan, las enseñanzas de Cristo nos ayudan en nuestro entendimiento de la Eucaristía que recibimos en la Misa cada domingo alrededor de la mesa del Señor.  Jesús nos explica – si comemos su carne y bebemos su sangre como la verdadera comida y la verdadera bebida, permanecemos en El, y El permanece en nosotros.  Tenemos estas enseñanzas muy claras, pero una parte la Eucaristía es siempre un misterio para nosotros.   Si es difícil para entender la Eucaristía hoy día, podemos imaginarnos el susto en el época de Jesús, cuando la gente escuchaba esta explicación por la primera vez.  La Eucaristía es un misterio de fe, ¿pero como podemos entender la enseñanza de Jesucristo que El es el pan vivo?
     Tuve una conversación con un chico en su preparación de confirmación.  El me preguntó: “Padre Lincoln – en verdad, ¿Usted puede decir que cree en la presencia verdadera de Jesucristo en la hostia en la Eucaristía?”  Yo expliqué que en verdad, yo lo creo, y yo utilicé un ejemplo. Podemos mirar la tecnología de nuestro mundo.  Puedo viajar por avión – puedo salir de Jackson por avión en la mañana, y puedo llegar en Canadá en la tarde.  Puedo creer en la tecnología del avión, pero no entiendo las leyes científicas de las aviones porque no soy ingeniero, no soy físico.  Asimismo, puedo creer en la presencia de Jesucristo en la Eucaristía cuando no entiendo las leyes de transubstanciación.  Aun, puedo creer en el cuerpo y la sangre de Cristo que recibo. Tenemos el mandato para creer en nuestro corazón, para creer en nuestro intelecto, para creer en nuestro ser que recibimos Cristo verdadero en nuestro vida.  Como católicos, esta creencia es muy importante. 
      En la primera lectura de Proverbios, tenemos consejos para entender Cristo como el pan de vida.  La lectura nos aconseja: Dejen su ignorancia – avancen por el camino de la prudencia.  La Sabiduría tiene un banquete para nosotros.  Los sencillos, ellos que busquen a Dios en su vida con corazones sinceros y con gozo – ellos son los invitados del banquete.  Este banquete que la Sabiduría nos preparó prefigura el cuerpo y la sangre de Cristo que nos da vida.  La comida que comemos aquí en la tierra, nos da la fortaleza para vivir nuestra existencia terrestre.  Pero, en el cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía, tenemos comida espiritual para nuestro viaje espiritual. 
      En la Eucaristía, no podemos comprender con nuestros ojos, con nuestros dientes – es una unión con Cristo que tiene el poder de la vida nueva, afuera de nuestro conocimiento humano.  San Ignacio de Loyola nos explica – la esencia de Dios, el ser de Dios, nos entran cuando recibimos la Eucaristía.  El misterio divino de la Eucaristía requiere que vivimos la realidad de Cristo en nuestras vidas, pero también que contemplamos la profundidad de esta realidad, que crecemos en sus demandas.  Podemos reflexionarnos sobre el pan de vida que recibimos, sobre la presencia de Cristo que entra en nuestros cuerpos en una manera muy especial. ¿Tiene un impacto en nuestra vida? ¿Tiene una influencia en nuestra manera de vivir, de pensar, de hablar, si en verdad creemos en la presencia de Cristo que está con nosotros. Si entramos en la vida nueva de Cristo – tendremos una transformación con El y en El.  Si Cristo vino aquí para hablar con nosotros, si preguntamos sobre la manera de transformación y cambio que tenemos en la Eucaristía en nuestra vida, ¿cómo podemos responder? 





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