Tuesday, November 13, 2018

18 de noviembre de 2018 - el 33º domingo del tiempo ordinario - Marco 13,24-32


      El Evangelio de Marcos habla hoy de los últimos tiempos, cuando el sol se oscurecerá, cuando la luna no dará luz, cuando las estrellas caerán del cielo y cuando los poderes en los cielos se sacudirán. Pero la oscuridad de este mensaje apocalíptico nos trae no solo una expectativa de la luz que vendrá, sino también la iluminación y la esperanza en la oscuridad misma. El pronunciamiento de Jesucristo acerca de los últimos tiempos sucedió antes de la última cena con los apóstoles, en el camino de su pasión, muerte y resurrección, en un momento muy oscuro en la vida de Jesús.  La poeta estadounidense María Oliver escribe sobre la oscuridad en su poema titulado "Los usos del dolor". Este poema le llegó en un sueño después de la muerte de su compañera. Ella escribe: “Alguien a quien amé una vez me dio una caja llena de oscuridad. Me tomó años para comprender que esto también era un regalo para mi.”  Tenemos la llamada de amar a nuestro prójimo como discípulos de Cristo, como seres humanos - eso puede traernos la alegría, pero nuestras experiencias como discípulos de Cristo también pueden traernos dolor y oscuridad. Todo esto es parte de nuestro camino de fe.  Podemos relacionar esto con la oscuridad que el grupo original de los discípulos de Cristo tenía en sus vidas cuando su Salvador y su Redentor fue brutalmente asesinado en la cruz.  Cuando la pérdida ocurre en la muerte de un ser querido o cuando nos lamentamos y lloramos, sentimos un vacío en el fondo de nuestros corazones.  Sin embargo, cuando celebramos la vida de nuestro ser querido fallecido en su funeral, vemos esa vida como un don de Dios para nosotros y un don para nuestro mundo. Una caja llena de oscuridad no parece como un don en su superficie, especialmente durante la lucha para aceptar la oscuridad y la pérdida.  Con el tiempo, la oscuridad puede dar paso al perdón, a la comprensión,  y la paz. Entonces podemos apreciar lo que sale de la oscuridad y lo que podemos obtener de ella.
      Cuando nos reunimos alrededor de la mesa del Señor para celebrar la Eucaristía cada domingo, recordamos el ejemplo de Jesucristo en su confrontación con la oscuridad.  Recordamos y damos gracias por los dones que Cristo sacó de la oscuridad.  Celebramos la muerte y la resurrección de Cristo con la esperanza que nos brinda para enfrentar la oscuridad en nuestras propias vidas. Estamos llamados a obtener comprensión de las tinieblas y a aferrarnos a la luz que Cristo es para nosotros y para nuestro mundo. Al marcar el final de nuestro año litúrgico la próxima semana, tal vez estemos en un momento en que experimentamos una gran oscuridad en nuestras vidas.  Pero entraremos en un período de espera al comienzo del nuevo año litúrgico en Adviento con la promesa de una gran luz en el nacimiento de Cristo.  Confiamos en que la oscuridad no será permanente.  Estamos llamados a tener esperanza en nuestra fe, como Dios nos promete esperanza en medio del quebrantamiento y la oscuridad de nuestro mundo. Nuestra esperanza es más allá de nuestras palabras y oraciones; Es la luz de Cristo brillando en la oscuridad.

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