Podemos tener un monedero de monedas y perdemos una de esas monedas - una moneda de un centavo o cinco centavos or veinte y cinco centavos. En primer lugar, probablemente no nos damos cuenta de que la moneda se pierde. Y si nos damos cuenta, probablemente no pasamos todo el día en busca de ella. No estaremos muy preocupado si perdemos una moneda. Pero, mira nuestra parábola de hoy de la mujer con la moneda perdida. Es posible que no comprendamos toda que pasa. La moneda de que se trate en nuestra parábola del Evangelio hoy fue un dracma de plata. En Israel, las casas eran muy oscuras sin muchas ventanas. El piso era de barro cubierto con cañas secas y fibras. Sería casi imposible encontrar una pequeña moneda que se perdió en esta oscuridad y suciedad, pero la mujer de la parábola nunca termina su búsqueda. Esta moneda valía mucho más que una moneda de cinco o diez centavos - valía más de un día de salario por un trabajador en Israel. La parábola dice que la moneda perdida fue uno de un conjunto de 10 monedas - para una mujer casada en Israel, hubo diez monedas de plata unidos por una cadena de plata como parte de su traje - esas diez monedas sería equivalente a un anillo de bodas por nosotros. Por lo tanto, la mujer estaría llena de alegría en la búsqueda de esa moneda. Dios es como la mujer de la parábola - que se llena de alegría cuando los perdidos se encuentran de nuevo, cuando el pecador se arrepiente, cuando alguien vuelve a la fe. La mujer nunca termina su búsqueda de la moneda perdida en esta parábola. Del mismo modo, Dios es igual con nosotros. Creemos en el amor y la misericordia de Dios que está más allá de toda comprensión humana. Creemos en el amor y la misericordia de Jesucristo, el Hijo del Padre, que vino a buscar a los perdidos y para traernos a la salvación
Muchas personas no pueden dejar los errores que su prójimo ha hecho en contra de ellos. A veces los errores cometidos en contra de nosotros son deliberados, a veces, no lo son. Muchos en el mundo de hoy guarden la ir y los rencores en sus corazones - tienen una vida miserable por eso. Muchos se imaginan que Dios es como esto también - que Dios quiere vengarse de nosotros por los males que hemos hecho, que no nos busca cuando somos perdidos en nuestros errores y en nuestros pecados. Pero este no es el Dios que se presenta en las parábolas de Jesús en el Evangelio de hoy. De acuerdo con Jesús, Dios no es juez de ira y venganza. El Dios verdadero - el Dios de nuestra fe católica - es como el padre amoroso que ha perdido un hijo, los padres que no pueden descansar hasta que el niño está sano y salvo. Es cierto que vemos muchas acciones de ira y de violencia en nuestro mundo. Vemos muchas naciones acumulando las armas de destrucción, listas para aniquilar a sus enemigos. Vemos los actos de terrorismo donde maten muchas vidas inocentes. Vemos políticos que no son dispuestos a ayudar a su pueblo. Pero ese no es el camino de Dios. Y esa no es la manera los creyentes están llamados a vivir su fe.
Misericordioso como el Padre - dice eso en la pulsera azul que tenemos este año de misericordia. Necesitamos tener una formación en la fe para seguir en las valores de la fe, porque estos valores son muy diferentes de los valores del mundo. Cada mujer que estaba en el retiro de ACTS la semana pasada pueden decir que esta retiro era una acción del Espíritu Santo, una acción de la misericordia y el amor de Dios en su vida. Y cada mujer hizo muchos sacrificios para ir al retiro. Cada mujer podía tener mucho excuso para no asistir. Estaba una tristeza muy doloroso en mi corazón que había muchas mujeres de nuestra parroquia que no quisieron asistir y muchas otras mujeres de otras parroquias que querían asistir con mucho gozo. Como miembros de esta parroquia, necesitamos tener un compromiso con nuestra parroquia y con nuestra fe. Vamos a tener un retiro para los hombres en noviembre. Tenemos mucha suerte para tener un retiro aquí en Tupelo - no necesitamos viajar a Alabama o Florida o Miami. Y esta semana, empezamos las clases de la doctrina para los niños y los jóvenes y los adultos también. Muchos cristianos no tienen la oportunidad para asistir a clases de la doctrina, para crecer en nuestra fe en esta manera. Necesitamos aprovechar a las oportunidades que tenemos.
Dios ama a los justos. Pero Dios no niega la oportunidad para ayudar a los pecadores o a los perdidos. Todos nosotros podemos tener un puesto en el reino de Dios. La Iglesia no es un club exclusivo. La Iglesia no es una recompensa para aquellos que son perfectos. A los fariseos, les molestaba la misericordia de Dios - es igual para muchos de nosotros también. La parábola de la oveja perdida no niega la bondad y virtudes de la mayoría, pero recuerda que hay un puesto especial para el pecador que se convierte. Al igual que la parábola de la moneda perdida, todos nosotros tenemos valor en los ojos de Dios, especialmente cuando estamos perdidos y hallados.
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