Para creer en Jesucristo no es algo muy fácil. Pero, para ser su seguidor no es una decisión
que podemos hacer sin consecuencias.
Podemos mirar que dice en el Evangelio de hoy: “El que cree en El, no
será condenado. Pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en
el Hijo único de Dios.” Son palabras muy
fuertes.
Escuchamos muchas voces en nuestro mundo
moderno. En estas semanas antes de
Pascua, estamos en el desierto con Jesús.
La Iglesia nos dice, en verdad Cristo nos dice, que tenemos las
disciplinas de oración, ayuno, y limosnas durante estos 40 días. Tenemos la llamada durante Cuaresma para
examinar nuestros corazones y la relaciones que tenemos con Dios y con nuestros
hermanos, para mirar la manera que necesitamos cambiar nuestra vida. El mundo moderno dice que es tanto y sin
mérito para hacer las disciplinas de Cuaresma.
Un hombre me dijo que el va a ayunar de brócoli esta Cuaresma porque no
le gusta el brócoli. No tenemos las disciplinas
de Cuaresma para ponerlos en ridículo. Para
nosotros como católicos, no es suficiente para creer. Para creer es la base de nuestra fe. Pero necesitamos vivir las enseñanzas de
Jesucristo – necesitamos ponerlas en práctica.
Nuestra fe no es una teoría – es nuestra vida.
“Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su
Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida
eterna.” Este verso del Evangelio de
Juan es tal vez el verso mas conocido de la Biblia. Podemos decir en la luz de este mensaje de
Dios que no somos capaces por nosotros mismos de justificarnos en nuestra fe
cristiana. No somos capaces de
santificarnos o de salvarnos.
Necesitamos decir, necesitamos entender sin reservación, que nuestra salvación
depende primeramente de Dios.
Pero, necesitamos reconocer nuestra responsabilidad
en nuestra fe también. Nosotros, como
seres humanos, tenemos una participación en la vida de fe, en el Reino de
Dios. Tenemos que dar respuesta a todas
las gracias que Dios nos ha dado. Nuestra participación en Cuaresmo, nuestra acompañamiento
con Cristo en su vía cruces, en su 40 días en el desierto, es una manera para
vivir nuestra fe, es una manera para dar gracias a Dios y para reconocer la
autoridad de Jesucristo en nuestra vida.
Me gusta mucho el mensaje que San Pablo nos da en la
lectura de la carta a los efesios hoy día.
“La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros
estábamos muertos por nuestros pecados, y El nos dio la vida con Cristo y en
Cristo. Por pura generosidad suya hemos sido salvados.” En la misericordia de Dios, en su amor,
estamos caminando con Jesús esta Cuaresma.
Cuando estamos cayendo en nuestro camino, cuando estamos sufriendo,
estamos con Cristo en su viaje también.
Si, por pura generosidad de Dios, hemos sido salvados.
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