La muchedumbre murmura contra Jesús.
La muchedumbre está muy descontenta. El pueblo piensa: ¿Cómo puede este hijo del carpintero nos da un sermón y nos
enseña? ¿Este Jesús piensa que Dios lo mandó de los cielos? ¿Cómo puede pensar eso?
En estas semanas en las lecturas del sexto capitulo del Evangelio de San Juan,
la muchedumbre murmura mucho. Ellos no quieren escuchar el mensaje profundo que Jesús quiere darla: que él es
el pan de vida. Hay muchos menajes en el mundo. A veces,
hay muchos mensajes en nuestros corazones, y a veces, algunos de estos mensajes
no son de Dios. Son de nuestro egoísmo, de nuestro mundo secular. A veces, no queremos escuchamos el mensaje que Cristo proclama en nuestra vida.
Mucho siglos antes, de Cristo, vivía Elías, un profeta enviado por Dios. Elías
era un profeta muy importante en la historia de Israel. Pero, a veces, Elías tenía un camino muy duro en su papel como profeta. Tenía una confrontación con el rey Ahab y la Reina Jezabel sobre la manera que
ellos adoraba al dios Baal en lugar de Dios verdadero. Elías derrotaba a los profetas falsos de Israel y tenía la amenaza de muerte
por la parte de la Reina Jezabel. Elías estaba desconsolado – se sentía abandonado. En su desesperación, gritaba a Dios con la voluntad de morir. Cansado en su viaje, cansado de las luchas y los desafíos en su vida como
profeta, el descansaba debajo de un árbol. A veces, estamos muy cansados y desesperados y angustiados como Elías. A veces, queremos venir mas cerca a Dios, queremos la fortaleza de su pan de
cada día, pero no podemos hacerlo en la realidad de nuestra vida, en la
realidad de nuestro egoísmo.
Para mi, nuestra misión aquí en nuestra parroquia de San Santiago en Tupelo es
eso: Amen a Dios. Amen a nuestro
prójimo. Vivan como discípulos. Hagan discípulos. No es algo complicado para entender.
Pero, es algo mas difícil para poner en practica. Queremos una comunidad de fe aquí en Tupelo donde caminamos juntos como
hermanos en Cristo. Yo soy aquí como su párroco. Eso no era
mi decisión. Elías era el profeta de
Dios en Israel para dar el mensaje de Dios – no importan los antojos y los
caprichos del pueblo. Yo estoy aquí con
ustedes por la parte de la Iglesia y por la parte de nuestro Obispo en
obediencia de mis promesas como sacerdote. Raquel Thompson está aquí como coordinadora de nuestra comunidad hispana. Estoy muy agradecido para trabajar con
ella. Muchas veces, no es fácil para predicar el reino de Dios y para servir como
líder de un comunidad de fe muy diversa. Ustedes tienen mi promesa como sacerdote para servir en esta comunidad y para
sembrar las semillas de solidaridad y unidad. Pero, no necesitamos el chisme o el murmullo.
No necesitamos una actitud que solo quiere dar las críticas y los
pensamientos negativos. Como discípulos de Cristo, tenemos la llamada de construir el reino de
Dios. Y sin cuidado, nuestras palabras
puede matar y destruir mas de una pistola o una cuchillo.
El mensaje que tenemos en el Evangelio de hoy es básico en que creemos como
católicos – que Cristo es la vida del mundo que el Padre nos da, que la
salvación que Cristo nos da como el pan de vida es una ampliación del acto de
creación del Padre. El ministerio, la muerte, y la resurrección de Cristo proclaman una época nueva
y una creación nueva en el mundo. Estamos aquí en nuestra parroquia para proclamar este reino de Dios. Recibimos el pan de vida en la misa para fortalecernos en nuestro viaje, como
el pan que Elías recibió del Padre en su viaje, como el maná que los israelitas
recibieron en el desierto. En nuestra llamada como discípulos, necesitamos recordar en que dice Cristo a
la muchedumbre hoy – “No murmuren entre ustedes.” No podemos seguir a Cristo o escuchar su voz
si solo hay murmullos saliendo de nuestra boca. En el pan de vida que recibimos en Cristo tenemos nueva vida por supuesto, pero
también tenemos un señal del cumplimiento del reino de Dios que vendrá, cuando
la tierra nueva y el cielo nuevo vendrán. Vivimos con la promesa del reino que vendrá. Pero, ahora, tenemos nueva vida en el pan de cada día. Tenemos el reino de Dios con nosotros. Esta pan nos da la capacidad de proclamar el reino de Dios a nuestro prójimo,
para ser evangelizadores de Cristo en el mundo.
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