Tuesday, August 25, 2015

8/23/2015 – Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B – Juan 6,51-58

    Por cinco domingos en seguida, escuchamos el discurso del Pan de la Vida del sexto capitulo del Evangelio de San Juan.  En estas lecturas, Cristo enseña sobre la Eucaristía, sobre El como el pan vivo.   Jesús nos explica – si comemos su carne y bebemos su sangre como la verdadera comida y la verdadera bebida, permanecemos en El y El permanece en nosotros.  Tenemos estas enseñanzas muy claras, pero una parte la Eucaristía es siempre un misterio para nosotros.  En el Evangelio de hoy, los discípulos dicen después de escuchar las palabras de Cristo: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”  Si, la Eucaristía es un misterio de fe.  Si, es difícil para comprender.  Pero,  ¿como podemos entender la enseñanza de Jesucristo que El es el pan vivo? ¿Cómo podemos recibir y vivir la Eucaristía en nuestra vida?
     Tuve una conversación con un chico en su preparación de confirmación.  El me preguntó: “Padre Lincoln – en verdad, ¿Usted puede decir que cree en la presencia verdadera de Jesucristo en la hostia en la Eucaristía?, porque yo no lo creo en esto.”  Yo expliqué que en verdad, yo lo creo, y yo utilicé un ejemplo.  Podemos mirar la tecnología de nuestro mundo.  Puedo viajar por avión – puedo salir de Memphis por avión en la tarde, y puedo llegar en España en quince horas.  Para mi, es un milagro para viajar tan rápido como eso.  Puedo creer en la tecnología del avión, pero no entiendo las leyes científicas de las aviones porque no soy ingeniero, no soy físico.   Asimismo, puedo creer en la presencia de Jesucristo en la Eucaristía cuando no entiendo las leyes de transubstanciación, cuando no entiendo todo el misterio de Dios.  Aun, puedo creer en el cuerpo y la sangre de Cristo que recibo. Tenemos el mandato para creer en nuestro corazón, para creer en nuestro intelecto, para creer en nuestro ser que recibimos Cristo verdadero en nuestro vida.  Como católicos, esta creencia es muy importante y es una parte de nuestra fe.

     En la Eucaristía, no podemos comprender con nuestros ojos, con nuestros dientes – es una unión con Cristo que tiene el poder de la vida nueva, afuera de nuestro conocimiento humano.  San Ignacio de Loyola nos explica – la esencia de Dios, el ser de Dios, nos entran cuando recibimos la Eucaristía.  El misterio divino de la Eucaristía requiere que vivimos la realidad de Cristo en nuestra vida, pero también necesitamos contemplar la profundidad de esta realidad, necesitamos creer en sus demandas.   Podemos reflexionarnos sobre el pan de vida que recibimos, sobre la presencia de Cristo que entra en nuestros cuerpos en una manera muy especial. ¿Tiene un impacto en nuestra vida?  ¿Tiene una influencia en nuestra manera de vivir, de pensar, de hablar, si en verdad creemos en la presencia de Cristo que está con nosotros? La Eucaristía necesita vivir en la vida y la realidad del pueblo – un ejemplo.   Si entramos en la vida nueva de Cristo – tendremos una transformación con El y en El.  Si Cristo vino aquí para hablar con nosotros, si preguntamos sobre la manera de transformación y cambio que tenemos en la Eucaristía en nuestra vida, ¿cómo podemos responder?

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