Jesús
entró el Templo de Jerusalén, un lugar muy santo y muy sagrado – el Templo de
Dios – el Templo de su Padre. En este
lugar, El miró muchas cosas – vendedores, animales, y hombres cambiando el
dinero. ¿Todo de eso en el Templo de
Dios? ¡Increíble!
Los judíos
quieren una explicación, un signo que puede explicar sus palabras y sus
acciones en el Templo. Pero, El
respondió con palabras enigmáticas que no dan claridad a estas preguntas. Cristo
respondió que ellos pueden destruir este templo y en tres días El lo levantará. Pero El no
hablaba sobre un templo de ladrillos y piedras. El hablaba sobre un templo en nuestros cuerpos
humanos. Como los
judíos fueron al Templo en Jerusalén para un encuentro con Dios, en nuestro
mundo moderno, vamos a nuestra parroquia cada domingo para tener un encuentro
muy especial con Dios. Encontramos nuestro Señor en este edificio en
nuestra comunidad cristiana, en la Iglesia, en nuestros hermanos en Cristo. Somos el nuevo Templo como Jesús era el
Templo de Dios que resucitó en tres días después de su muerte en la cruz.
Nuestro
espacio sagrado en nuestra parroquia es un lugar donde podemos encontrar Dios,
donde podemos tener una experiencia con la presencia divina con nuestra comunidad
de fe. Pero, también, no podemos olvidar que el
nuevo Templo de Dios está presente en cada ser humano. No podemos quedar fijado en la presencia de
Dios en un edifico, porque Dios supera los limites de un lugar físico.
Muchas
veces, queremos poner los limites en nuestras relaciones con Dios, limites en
nuestra experiencia con El. A veces, queremos
poner nuestro Dios en una caja. En Cristo resucitado, tenemos un encuentro con
Dios Vivo. Los vendedores y los mercaderes en el Templo
en el Evangelio estaban allí para su propio interés, para su propia ganancia. Necesitamos abrir nuestros corazones a la
voluntad de Dios, a Cristo que vive en nuestra presencia, al mensaje del
Evangelio.
Estamos
aquí en el tiempo de cuaresma con Dios. Tenemos
las disciplinas de oración, de obras de caridad, y de ayuno. Estas
disciplinas pueden ayudarnos en nuestra camino. Si, Cristo
vive, y vive con nosotros en una manera especial durante la cuaresma. Demos
gracias al Señor por esta presencia y esta camino cuaresmal.
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