Cuando el emperador romano Constantino reconoció
la Iglesia en el siglo cuatro, los cristianos en Jerusalén comenzaron a
representar públicamente la solemne entrada de Cristo en su ciudad el domingo
antes de Pascua. Este domingo tiene el nombre – Domingo de ramos. Había una gran procesión por las calles de
Jerusalén. La muchedumbre llevaba los ramos y cantaba "¡Hosanna en las
alturas!". Seguimos en esta misma tradición de la Iglesia
Antigua hoy al conmemorar el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor y el
comienzo de la Semana Santa. Además de la procesión con ramos, la otra
característica antigua del Domingo de Ramos es la lectura del Evangelio de la Pasión
en esta celebración. La Semana Santa es un tiempo sagrado y especial
en el año litúrgico de la Iglesia. Es una semana donde completamos nuestro viaje con
Jesús en su camino a la cruz, en su viaje a su muerte y resurrección y en la
salvación que tenemos en él.
Tenemos
mucho ejemplos de fe en la historia de nuestra Iglesia. Por ejemplo, en la semana pasada, en el 24 de
marzo, marcamos el trigésimo quinto aniversario de la muerte del Arzobispo Oscar
Romero de El Salvador. Este año, el Vaticano
declaró que el Monseñor Romero era mártir de la fe – murió durante la
celebración de la misa en su país durante la guerra civil. Romero defendía los derechos de los pobres en la
mitad de mucha opresión y violencia. C. El
Papa Francisco expresaba su admiración por El Arzobispo Romero. El Papa apoyaba a su causa de beatificación y
canonización y llamándolo un santo hombre de Dios. En comparación
del ejemplo del Monseñor Romero, en el Evangelio de San Marcos, los discípulos
de Jesús son casi nunca modelos de fe. En la forma en que se representan en el Evangelio,
tal vez nos preguntamos cómo estos discípulos continuarían el ministerio de
Cristo después de su muerte. Como acabamos de escuchar en la lectura de la
Pasión, en la Última Cena, los discípulos insisten en que ninguno de ellos
sería traicionar a Jesús. Jesús predijo que su fe se agitará en los
próximos eventos de su camino a la cruz. Pedro y los otros discípulos lo
negaron. Sin embargo, en su agonía en el huerto, mientras
que Jesús oraba, los discípulos dormían toda la noche. No sólo Pedro niega a Jesús, pero en el relato
evangélico, no menciona los discípulos de estar presente en la pasión y muerte
de Cristo. De hecho, sólo las mujeres que habían sido
seguidores de Cristo en Galilea son reportados como estar presente en la
crucifixión, aunque a cierta distancia.
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