Saturday, October 25, 2014

10/26/2014 – Homilía – El XXX Domingo del Tiempo Ordinario – Éxodo 22, 20-26; Mateo 22, 34-40 –

      Las lecturas de hoy nos enseñan sobre el amor de Dios y sobre su ley.  El amor de Dios y su ley – son dos cosas muy importantes en nuestra camino de fe.  Es interesante.  En el mundo antiguo, siempre un ídolo era al centro del Templo.  Pero, con el pueblo de Israel y los mandamiento y la ley que recibió, era la primera vez que la ley era al centro del Templo – con la ley en la arca de la alianza.   En la montaña de Sión, Moisés recibió la ley y los mandamientos de Dios.  Dios enseña a su pueblo sobre su conducta a su prójimo. – la viuda, el huérfano, los pobres, el extranjero – las persona en los márgenes de la sociedad del mundo antiguo.   Y para nosotros, en nuestro mundo moderno, a veces es difícil para conocer quienes son las personas en los márgenes de nuestra sociedad.
      Los leyes de Dios y la conducta de los seguidores de Cristo son al centro de nuestro Evangelio.  Los fariseos quieren hacer una prueba con Jesús.  Ellos mandan uno de ellos, un doctor de la ley, para preguntar a Jesús por el mandamiento más grande de la Ley de Moisés.  Los escribas tienen un punto de vista muy rígido de su religión y su espiritualidad.   Ellos contaban que hay 613 mandamientos de la ley - 365 prohibiciones y 248 preceptos.  El fariseo quiere conocer si todos los mandamientos tienen el mismo valor, o si hay algunos mandamientos que son más importantes y otros menos importantes, o si hay uno que es el más importante de todos las leyes.
     Según Jesús el más importante de los mandamientos es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma con todo el ser.  Y Jesús nos enseña que el segundo mandamiento es semejante: para amar al prójimo como a uno mismo. En realidad, esta enseñanza de Jesucristo no es algo nuevo;  el nos confirma lo que está expresado en el Antiguo Testamento.  La actualidad de esta enseñanza es profunda y inmensa: que en la realidad de nuestra fe cristiana, no podemos separarnos del amor a Dios, y del amor al nuestro prójimo.  Es una reflexión de la compasión y del amor de nuestro Señor.  En el consejo pastoral, leímos el libro con el titulo – Reconstruido. Es una historia de una parroquia en la ciudad de Baltimore en los Estados Unidos y su camino de fe como comunidad cristiana.   La parroquia en este libro tiene una frase de misión – Ama a Dios.  Ama a su prójimo.  Haz discípulos. Es una frase muy sencilla, y es el centro de nuestro Evangelio hoy.
       Si Dios es amor, si necesitamos tener el amor de Dios y el amor de nuestro prójimo en nuestra vida, necesitamos practicar las obras de caridad y misericordia en nuestra vida también.  Y si hacemos estas obras, podemos abrir las puertas de nuestra vida a Cristo.  Cuando servimos a nuestro prójimo, a los pobres, a los enfermos, a los abandonados, servimos a Jesús mismo.  Y para hacerlo como una comunidad cristiana, como una parroquia, es algo muy importante.  En verdad, la comunidad hispana que tenemos en Tupelo, en nuestra parroquia de Santiago, es una bendición para nuestra parroquia y nuestra diócesis.   Tenemos mucho éxito en la manera que vivimos nuestra fe, pero tenemos mucho trabajo para hacer.  Necesitamos la colaboración y la ayuda de todos ustedes para vivir nuestro papel como una comunidad de discípulos de Cristo.  

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