En el Evangelio
de hoy, un escriba se acercó de Jesús y le preguntó sobre el primero de todos
los mandamientos. En la superficie, pensamos que hay diez mandamientos
para responder, pero en las tradiciones de los judíos, hay 613 leyes de Dios en
las escrituras sagradas. Entonces, esta
pregunta y la respuesta son muy diferentes que nuestra imagen inicial. En los mentes de los fariseos y los escribas, en
su observancia de la ley de Dios, ellos presentan a Jesús una pregunta muy
estimulante. Este escriba pregunta a Jesús después de escuchar
una conversación entre Jesús y los fariseos y los herodianos. Ellos tienen
muchas preguntas, pero con estas preguntas ellos quieren poner una trampa. En esta
pregunta en el Evangelio de hoy, yo estaba reflexionando sobre las preguntas
que preguntamos en nuestra vida y en nuestra fe.
A veces, tenemos miedo de nuestras preguntas. A veces, penamos que nuestras preguntas son tontas,
o tenemos miedo de avergonzar nosotros mismos. Frecuentemente, los discípulos tienen duda en los
Evangelios en las preguntas ellos tienen – tal vez, tienen miedo de las
respuestas que Jesús pueden dar. Y los fariseos y los escribas tienen muchas
preguntas, pero utilizan estas pregunta para poner Jesús a los márgenes. En nuestra sociedad, muchas personas utilizan sus
preguntas como armas para hacer daño a los demás. En nuestra fe, no podemos utilizar las preguntas
con intenciones malas. Muchas veces, tenemos muchas preguntas, pero las
respuestas que buscamos no son fáciles y no son sencillas para entender. Cuando fui a Canadá y a Ecuador como misionero,
yo tenía muchas preguntas, pero en mi trabajo, en la pobreza y la corrupción y
la violencia que miraba como misionero, yo regresé a los Estados Unidos con mas
preguntas y sin muchas respuestas.
En nuestro mundo moderno, unos miran las preguntas
como una debilidad. Muchas personas piensan que cada pregunta tendrá una
respuesta preciso y clara. Pero, en nuestra fe católica, no tenemos
vergüenza para decir que no tenemos todas las respuestas, que en nuestro camino
de fe, vamos a encontrar un sentido de misterio y las características de Dios
que no podemos comprender en su plenitud.
Nuestro camino de fe no es recto – tiene los
giros y las curvas. A veces, en nuestro viaje de fe, en nuestra
búsqueda como creyentes, en nuestras preguntas, podemos tener dudas, y podemos
preguntar la profundidad de nuestra fe.
En verdad, en nuestras preguntas, podemos tener un crisis de fe. Pero, en nuestras preguntas, en la lucha con
nuestras dudas y nuestra incredulidad, podemos fortalecer nuestra fe. Una fe inquisitiva es mejor de una fe perezoso y
autocomplaciente. Una vez, mi profesor en el seminario me preguntó
– “Lincoln – ¿que tipo de
sacerdote quiere ser?” Yo reflexionaba sobre esta pregunta, y me daba
cuenta que no puedo hacer todo como sacerdote. Y para ustedes también – “¿Cuál llamada tenemos como seguidores de Cristo?” ¿Qué tipo de preguntas
necesitamos preguntar para crecer en nuestra fe? ¿Tenemos miedo para
tener preguntas en nuestra fe? Necesitamos luchar y
buscar con nuestra preguntas. Con nuestras preguntas,
podemos reflexionar mucho.
No comments:
Post a Comment