Wednesday, July 6, 2011

Homilia en español - 7/10/2011 – Décimoquinto domingo del Tiempo Ordinario – Mateo 13, 1-23


En el evangelio de hoy, podemos reflexionar sobre la importancia que damos la palabra de Dios en nuestra vida de fe.  En su proclamación del reino de Dios, Jesús nos enseña en una manera que podemos entender.  Con las parábolas, Jesús explica las caracteristicas de nuestra fe en un manera muy sencilla y muy útil.  En verdad, es muy fácil para recordar los cuentos en las parábolas de Jesùs.  
Entonces, cuando escuchamos la parábola del sembrador en el Evangelio de hoy, podemos contestar esta pregunta: ¿Qué papel tiene la palabra de Dios en mi vida diaria?  ¿Me doy espacio a la palabra de Dios en mi vida para leer, para meditar sobre su significado, y para implementarlo su palabra en la realidad de mi vida? 
La palabra de Dios que esta enviado a nuestro mundo puede caer en qualquier terreno. Todo el mundo recibe la misma palabra, pero cada persona debe recibirlo en la realidad de su vida y ponerlo en la tierra que tiene en esta realidad.  Necesitamos recibir la palabra de Dios con ánimo y con atención. 
Jesús nos dice que algunas personas conocen los secretos del reino de Dios, pero otras personas no los conocen.  Los discípulos de Jesús tenían un conocimiento del reino de Dios que la otra gente de Israel no conocieron.
Las semilla del sembrador debe caer al terreno, y la palabra de Dios debe caer en nuestra vida y en nuestros corazones.  Pero, ¿que pasará si nuestros corazones no están perparados para receibir la palabra de Dios? Si nuestros corazones están llenos de inquietudes o ira o miedo o deseos, si el centro de nuesta vida es en las cosas materiales del mundo, no tenemos el espacio en nuestra vida para nuestro Señor. 
         Para recibir la palabra de Dios con sinceridad y con autenticidad, necesitamos vivir su palabara.  Podemos ir a la misa cada domingo.  Podemos dar limosna y las ofrendas regularmente.  Podemos rezar el rosario y orar a Dios cada dia. Podemos seguir las reglas y las normas de nuestra fe.  Pero, poner la palabra de Dios en práctica significa mucho más. La palabra de Dios necesita transformer nuestros corazones.  Su palabra necesita transformarnos interiormente.  Y esta transformación en nuestros corazones va a cambiar nuestras vidas exteriormente también.  Esta transformación va a cambiar  nuestra conducta, nuestros hechos, nuestra carácter, nuestras obras. En la laz de nuestro Evangelio que recibimos hoy dia, podemos orar que el Señor puede ayúdanos a sembrar el Evangelio de Jesucristo a cada persona.  

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