Thursday, July 14, 2011

7/17/2011 – El Décimosexto domingo del Tiempo Ordinario – Mateo 13, 24 – 43


Como la semana pasada, hoy en nuestra misa, escuchamos una parábola del décimotercer capítulo del Evangelio segun San Mateo.  En esta parábola, Jesús habla sobre la maldad & la bondad que existen en nuestro mundo.  En la historia de nuestro mundo, siempre preguntamos: ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué  existe el sufrimiento? ¿Si Dios es poderoso, si Dios es omnipotente, como podemos entender nuestro Señor con la existencia de la maldad en nuestro mundo?  ¿Como podemos vivir como discípulos de Jesucrito, como podemos proclamar su Buena Noticia y el reino de Dios si tenemos estas preguntas? Si, hay otros mensajes en nuestro mundo que son más atractivos que el mensaje de nuestro Señor.  Es muy difícil para ser fieles a nuestra fe si tenemos muchas preguntas, si no entendemos.  Hay muchas voces diferentes en nuestra Iglesia Católica tambien.  ¿Como podemos ser fieles a la palabra de Dios y al mismo tiempo respetar los derechos humanos, respetar a los demás, y tener tolerancia en nuestros corazones? ¿Como podemos roconocer la presencia de Dios en todos los mensajes que tenemos en nuestro mundo moderno?  En la parábola que Jesús nos da en el Evangelio de hoy, el explica que: el bien es al lado del mal por el mismo camino en nuestro mundo, por las mismas sendas que estamos caminando.  El trigo crece en el campo al lado de la hierba mala.  Pero, podemos entender en las enseñanzas de Jesucristo que el mal va a desvanecer al final del camino, al final de nuestra vida con la fuerza  del bien de Dios.
En la parábola, cuando el trigo y la hierba mala empiezan a crecer, no podemos reconocer cual es malo y cual es bueno. Podemos decir que en nuestra realidad humana, el bien y el mal andando juntos.  En el Reino de Dios, necesitamos sembrar, necesitamos vivir con sinceridad. El mal va a crecer en nuestro mundo, pero podemos sembrar el bien donde hay mal.  Necesitamos tener confianza.  Necesitamos tener esperanza, la esperanza que hay la posibilidad de transformar la vida y nuestro mundo, y esta transformación viene de Dios.  Cuando empieza, la palabra de Dios es como una pequeña semilla, casi insignificante al inicio.  Pero las ambas siembras la de la bondad de Dios en su palabra y el mal que existe en el mundo se hacen casi al mismo tiempo.  Cada uno de nosotros, cada seguidor de Jesucristo, debe decidir qué cosecha el escogerá.
Para saber lo que es bien y lo que es mal, tenemos que recibir diaria la palabra de Dios a nuestros corazones como nuestra comida espiritual,  coma una experiencia  que va a darnos fortaleza en nuestra vida.  En verdad, no somos jueces de nuestros hermanos y hermanas. Tenemos la llamada de fe de dejar el juicio para Dios. En lugar de juzgar, necesitamos sembrar y amar.  

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