La celebración de Pentecostés y la llegada del Espíritu Santo cumple las promesa de Cristo. Durante la Última Cena, Cristo hizo esta promesa a sus apóstoles:
"yo rogaré al Padre y les dará otro Protector que permanecerá siempre con ustedes, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce." Más adelante en la Última Cena, Cristo explicó ”Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes. En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho." Al terminar la Última Cena con sus apóstoles, Cristo repitió la misma promesa: “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga aquél, el Espíritu de Verdad, los guiará hasta la verdad completa,... y los comunicará las cosas que están por venir.”
Después de la Ascensión de Jesús a los cielos, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Los apóstoles tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos. Los apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas. En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en la ciudad de Jerusalén. Ellos venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban. Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones. Bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.
Para nosotros en el mundo moderno, ¿quien es el Espíritu Santo? En verdad, el Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en el sacramento de confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.
El Espíritu Santo vino en una manera especial hoy en esta misa publica en la celebración de Pentecostés. Hay muchos desafíos en el mundo en este momento. Hay muchos obstáculos en la practica de nuestra fe. Pero, con la ayuda y la sabiduría del Espíritu Santo, podemos seguir adelante en nuestra fe como familias, como una comunidad, y como la Iglesia Católica.
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