Durante la temporada de Pascua, escuchamos las
lecturas de los Hechos de los Apóstoles. Es la historia de Pablo y sus compañeros en sus
viajes misioneros. Es la historia de nuestra iglesia y de los
primeros discípulos. Pablo y estos discípulos vivieron su vocación con
la esperanza de Cristo resucitado en sus corazones. En la lectura de los Hechos del domingo pasado,
escuchamos acerca de las experiencias de Pablo en Antioquía en su primer viaje
misionero. Este visita terminó cuando Pablo y Bernabé fueron
expulsados de esa comunidad. Sin embargo, se sacudieron el polvo de sus pies y
continuaron a la siguiente comunidad. Sus corazones todavía estaban llenos del
gozo del Evangelio y el don del Espíritu Santo. Hoy en una continuación de ese viaje, Pablo y
Bernabé animaban a los discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe. Pablo y Bernabé tenían mucha esperanza en sus
corazones, pero eran realistas también, explicando a los fieles que hay que
pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios
Estamos aquí en nuestra parroquia de Santiago el
Apóstol en Tupelo, Mississippi. Cuando servía como misionero laico y cuando sirvo
como sacerdote en la Diócesis de Jackson, las historias de los misioneros de
nuestra iglesia y los miembros de la comunidad de los santos me edificaban
constantemente en mi propio ministerio. Eso es uno de estas historias. En el año 1749, de 36 años de edad, un sacerdote
franciscano en la isla de Mallorca de España, se ofreció para ir a las misiones
en México. Padre Junípero Serra era profesor de teólogo y de
la universidad. Tenía una vida muy cómoda en España, su patria. Sin embargo, recibía la llamada de Dios para
evangelizar a los indígenas de las Américas, a los que todavía no recibieron la
Buena Nueva de Jesucristo. Después de 20 años de trabajo misionero en
México, fue destinado a establecer un sistema de misiones en California. Padre Serra tenía 56 años y su salud no era muy
buena. Sufría de asma y dolor crónico en su pierna. Viajaba más de 24.000 millas en los15 años antes
de su muerte, la mayoría a pie o en mula o por mar. Padre Serra y su equipo de misioneros llevaron el
idioma español y la fe católica a California, estableció un sistema de
agricultura y riego, estableció un sistema de caminos, y fundó un sistema de
ley para proteger a los indígenas bajo de su autoridad. Padre Serra murió en 1784 a 70 años de edad, pero
era honrado por su trabajo misionero y por las misiones católicas que él
estableció en California. Cuando el Papa Francisco llegó a los Estados
Unidos del año pasado, canonizó el padre Serra como un santo en la Iglesia
Católica. Padre Serra, al igual que Pablo y Bernabé y los
otros primeros discípulos, hicieron grandes sacrificios para llevar la fe a los
demás. Todos ellos son grandes ejemplos de fe para nosotros seguir.
Doy gracias por nuestra comunidad de fe aquí en
Tupelo, por la fe de los apóstoles y por la fe de nuestros antepasados. En esta temporada de Pascua, 50 niños reciben la
primera comunión - un número increíble. Nuestros estudiantes de segundo grado
recibirán la primera comunión durante las misas este próximo fin de semana. La semana después de eso, un grupo de 20
estudiantes del colegio recibirá el sacramento de la confirmación. El fin de semana de Pentecostés, vamos a celebrar
una misa con nuestros graduados del colegio y sus familias. Cuando celebramos un evento importante en nuestra
fe – el bautismo, la confirmación, la primera comunión, una boda, la graduación
- tenemos la oportunidad de mirar la vida de nuestra fe, podemos preguntarnos
si estamos viviendo nuestra fe en el espíritu de el Cristo resucitado y en el
espíritu de los primeros apóstoles, o si tenemos que mirar a nuestro corazón y
volver a comprometernos como discípulos de Cristo. Tal vez hemos perdido la marca. Tal vez nos hemos
desviado de nuestro llamado. Tal vez Dios nos llama a más. El Cristo resucitado nos llama a la renovación
del compromiso de nuestra fe católica no importa dónde nos encontramos en
nuestro viaje. ¿Escuchamos la llamada?
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