Friday, April 22, 2016

24 de abril de 2016 – el cuarto domingo de Pascua – Hechos de los Apóstoles 14,21-27

       Durante la temporada de Pascua, escuchamos las lecturas de los Hechos de los Apóstoles.  Es la historia de Pablo y sus compañeros en sus viajes misioneros.  Es la historia de nuestra iglesia y de los primeros discípulos. Pablo y estos discípulos vivieron su vocación con la esperanza de Cristo resucitado en sus corazones. En la lectura de los Hechos del domingo pasado, escuchamos acerca de las experiencias de Pablo en Antioquía en su primer viaje misionero.  Este visita terminó cuando Pablo y Bernabé fueron expulsados ​​de esa comunidad.  Sin embargo, se sacudieron el polvo de sus pies y continuaron a la siguiente comunidad. Sus corazones todavía estaban llenos del gozo del Evangelio y el don del Espíritu Santo.  Hoy en una continuación de ese viaje, Pablo y Bernabé animaban a los discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe.  Pablo y Bernabé tenían mucha esperanza en sus corazones, pero eran realistas también, explicando a los fieles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios
      Estamos aquí en nuestra parroquia de Santiago el Apóstol en Tupelo, Mississippi.  Cuando servía como misionero laico y cuando sirvo como sacerdote en la Diócesis de Jackson, las historias de los misioneros de nuestra iglesia y los miembros de la comunidad de los santos me edificaban constantemente en mi propio ministerio.  Eso es uno de estas historias.  En el año 1749, de 36 años de edad, un sacerdote franciscano en la isla de Mallorca de España, se ofreció para ir a las misiones en México.  Padre Junípero Serra era profesor de teólogo y de la universidad. Tenía una vida muy cómoda en España, su patria.  Sin embargo, recibía la llamada de Dios para evangelizar a los indígenas de las Américas, a los que todavía no recibieron la Buena Nueva de Jesucristo.  Después de 20 años de trabajo misionero en México, fue destinado a establecer un sistema de misiones en California.  Padre Serra tenía 56 años y su salud no era muy buena. Sufría de asma y dolor crónico en su pierna.  Viajaba más de 24.000 millas en los15 años antes de su muerte, la mayoría a pie o en mula o por mar.  Padre Serra y su equipo de misioneros llevaron el idioma español y la fe católica a California, estableció un sistema de agricultura y riego, estableció un sistema de caminos, y fundó un sistema de ley para proteger a los indígenas bajo de su autoridad.  Padre Serra murió en 1784 a 70 años de edad, pero era honrado por su trabajo misionero y por las misiones católicas que él estableció en California.  Cuando el Papa Francisco llegó a los Estados Unidos del año pasado, canonizó el padre Serra como un santo en la Iglesia Católica.  Padre Serra, al igual que Pablo y Bernabé y los otros primeros discípulos, hicieron grandes sacrificios para llevar la fe a los demás. Todos ellos son grandes ejemplos de fe para nosotros seguir.
      Doy gracias por nuestra comunidad de fe aquí en Tupelo, por la fe de los apóstoles y por la fe de nuestros antepasados.  En esta temporada de Pascua, 50 niños reciben la primera comunión - un número increíble. Nuestros estudiantes de segundo grado recibirán la primera comunión durante las misas este próximo fin de semana.  La semana después de eso, un grupo de 20 estudiantes del colegio recibirá el sacramento de la confirmación.  El fin de semana de Pentecostés, vamos a celebrar una misa con nuestros graduados del colegio y sus familias.  Cuando celebramos un evento importante en nuestra fe – el bautismo, la confirmación, la primera comunión, una boda, la graduación - tenemos la oportunidad de mirar la vida de nuestra fe, podemos preguntarnos si estamos viviendo nuestra fe en el espíritu de el Cristo resucitado y en el espíritu de los primeros apóstoles, o si tenemos que mirar a nuestro corazón y volver a comprometernos como discípulos de Cristo.  Tal vez hemos perdido la marca. Tal vez nos hemos desviado de nuestro llamado. Tal vez Dios nos llama a más.  El Cristo resucitado nos llama a la renovación del compromiso de nuestra fe católica no importa dónde nos encontramos en nuestro viaje. ¿Escuchamos la llamada?

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