Alberto Einstein fue uno de los
científicos del siglo 20. Einstein enseñaba la física en la
Universidad de Princeton en los Estados Unidos. Viajaba en tren un
día. En el tren, el conductor salió por el pasillo para perforar los
boletos de los pasajeros. Einstein, aunque era un físico brillante, podía
ser muy distraído. Cuando el
conductor se acercó a Einstein, se dio cuenta de que no podía encontrar su
boleto. Revisó los bolsillos del abrigo, y la camisa, los bolsillos y los
pantalones – no podía encontrarlo. El conductor, muy amable y
comprensivo, explicó: "Dr. Einstein, no se preocupe, yo te conozco, y
confío en que compraba el billete ". Cuando el conductor terminaba
con los otros pasajeros, miraba que Einstein estaba de rodilla, debajo de los
asientos, buscando el boleto. El conductor volvió a él, asegurándole,
"Dr. Einstein, le dije que no se preocupe. No es necesario que me muestre
su boleto. Estoy seguro de que usted compró uno ". Einstein
respondió: "Mi hijo, usted me conoce, confía en mí, y me dijo que yo no
necesito mostrar mi boleto. Entiendo muy bien, y, por eso, estoy muy
agradecido. Pero, tengo que encontrar ese boleto, porque no tengo ningún idea
de dónde voy ". Podemos preguntar: Como discípulos de nuestro Señor
Jesucristo, ¿sabemos dónde viajamos? ¿Tenemos nuestro destino a la vista? ¿O no estamos seguros de dónde tenemos que ir?
Los cuentos en los
Evangelios durante la temporada de Pascua nos ayudan a comprender la realidad
de Jesucristo resucitado en nuestras vidas. La semana pasada, escuchamos
el cuento de Tomás Apóstol, de cómo Jesús se acercó a Tomás en medio
de sus dudas y su incredulidad, ayudando a Tomás a creer y crecer en su fe.
Al igual que Jesús buscó a Tomás y nunca renunció su punto de visto, en el
Evangelio de hoy, Jesús buscó a los discípulos en medio de su decepciones y sus
penas y su incertidumbre. En la primera semana de Pascua, en las lecturas
del Evangelio en las misas diarias, el Evangelio de Lucas contó que después de
conocer a Jesús en el camino de Emaús, los discípulos se preguntaban si habían
visto un fantasma o una alucinación. En el Evangelio de hoy, Jesús
nos ayuda a comprender la realidad de su resurrección, que él no es una
alucinación o un fantasma. Jesús realiza un milagro para los
discípulos en el Mar de Tiberio en medio de su viaje de pesca, que en este
milagro, ellos atraparon más peces que las redes podrían soportar. Luego se les
muestra una gran hospitalidad, preparándolos desayuno. Un fantasma o una
aparición ciertamente no podían preparar el desayuno y luego compartir una
comida con ellos. Nos recuerda que en la pasión de Cristo que escuchamos
durante la semana santa, Pedro negó a Jesús tres veces. En la actualidad,
como Jesús le pregunta a Pedro si lo ama tres veces en el Evangelio de hoy,
afirma a Pedro, animándole a pastorear a sus ovejas, y para atender a los discípulos
de Cristo.
Al igual que Einstein no sabía
el destino de su viaje en tren, a veces nuestras palabras y nuestras acciones
muestran que no estamos seguros de nuestro destino final en nuestra vida.
Como los discípulos en el Evangelio de hoy, podemos buscar por el
significado y la presencia de Dios en nuestro camino, pero podemos tener mucho
desafíos y sufrimientos en este búsqueda. Jesús nos asegura
que él es nuestro Señor y nuestro Salvador.
Como Jesucristo está levantado de los muertos a la vida nueva, la vida
nueva que tenemos en él nos da una responsabilidad. La misión de Jesucristo, la misión de la
Iglesia, la misión de los primeros apóstoles - es nuestra misión también. Debemos mantener nuestros ojos en nuestro
destino espiritual. No debemos perder la llamada que tenemos como discípulos de
Cristo.
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