Friday, August 19, 2022

13 de agosto de 2022 – 20° Domingo del Tiempo Ordinario – Lucas 12:48-53

    Durante las últimas semanas en las misas dominicales, escuchábamos del capítulo 12 del Evangelio de San Lucas.  En ese capítulo, Jesús enseñaba a la muchedumbre.  Algunos de ellos son sus discípulos. Ellos quieren aprender de él.  Sin embargo, hay otros como los escribas y los fariseos que están interesados en lo que dice, pero también quieren criticar a Jesús y hacerle la vida difícil.

     A veces necesitamos confrontar directamente la realidad para resolver cualquier problema o tensión que exista. Jesús habla de eso cuando dice que vino a crear división, hasta el punto de crear situaciones divididas en las familias.  Podamos identificarnos con esto con la realidad de la pandemia, de la realidad social y la división que debemos enfrentar, más que ignorar.

      En el contexto de este Evangelio desafiante, vengo aqui como hermanoen Cristo de una diócesis misionera, la Diócesis de Jackson, en el estado de Mississippi. Sí, tenemos territorios de misión lejos de aqui, pero también tenemos territorio de misión en nuestro propio país. La Diócesis de Jackson es muy grande geográficamente. Somos la diócesis más grande geográficamente al este del río MS, pero tenemos el porcentaje más bajo de católicos en las diócesises de los EE. UU.: 2,3 %.  La Arquidiócesis de Los Ángeles tiene más de 4 millones de católicos en 5400 millas cuadradas.  La Diócesis de Jackson tiene 55 000 católicos en más de 37 mil millas cuadradas, un área siete veces más grande que la Arquidiócesis de Los Ángeles. Tenemos 90 parroquias y misiones, pero la mayoría son pequeñas porque es un estado con muchas aldeas y compasinos. 

      Soy sacerdote diocesano por 14 años. Mi primera experiencia como pastor fue en las comunidades de Yazoo City y Belzoni en el centro del delta del Mississippi, la región de cultivo de algodón cerca del río MS, que tiene uno de los niveles más altos de pobreza en el país. Como parroco alli, yo tenía tres parroquias y dos cárceles. Yo tenía un terrritorio grande como párroco - 1.400 millas cuadradas, un área muy grande. Sin embargo, la población de este territorio es pequeño - solo unas 37,000 personas. Tuve un viaje de 30 millas entre dos de estas parroquias en las que solo había campos de algodón y pantanos, nada mas. Sin pueblos y sin gasolineras.  En este momento, yo sirvo como Vicario general del la diócesis y como párroco de dos parroquias en los pueblos de Clinton y Raymond.  

     Cuando hablo ingles, no tengo un acento de Mississippi, que es un acento muy fuerte.  Pueden detectar un poco de acento de California cuando hablo ingles. Soy de Chicago, pero en mi joventud, vivía en Santa Ana aqui en California.  Después de servir como misionero en Ecuador y Canadá y Africa, y decidí ser sacerdote misiónero en los Estados Unidos, 

       Mencionaba que servía como párroco en el pueblo de Yazoo City. Hay alguien de ese pueblo que podría ser canonizado como santo algún día. Thea Bowman nació en ese pueblo en 1937. Fue educada en una escuela católica en nuestra Diócesis.  Criada en una familia metodista, se convirtió a la iglesia catolica como niña, y etró a la congregación de hermanas que enseñaban en esa escuela, las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua de Wisconsin.  Fue la primera hermana afroamericana en esta congregación.  La hermana Thea Bowman era profesora de literatura, de música religiosa afroamericana y espiritualidad católica afroamericana.  Más tarde, ella regresó a la Diócesis de Jackson para dirigir la oficina del ministerio intercultural y sanacion entre las razas en Mississippi. Ella trajo mucha alegría y amor a muchas personas dentro de la Iglesia. Ella trabajó para unir a personas de razas diferentes, respetando sus dones únicos. Ella murió de cáncer en 1990 a la edad de 52 años. Su causa de canonización fue aprobada por los obispos de los Estados Unidos en el año 2018.   Yo pensé en la Hermana Thea y su testimonio de fe cuando preparaba para mi visita misionera aqui en su parroquia. Ella representa el espíritu misionero de nuestra Diócesis, de llevar el Evangelio y el amor de Cristo a la gente de Mississippi y todo el país, de trabajar juntos en la diversidad cultural y de tradiciones que tenemos en la iglesia.

       Quiero agradecerles a todos por esta oportunidad de compartir las experiencias del Diocesis de Jackson.  Somos hermanos en Cristo. Debemos tener unidad y solidaridad en la proclamación del Evangelio. Vamos a tener una colecta por la Diocesis de Jackson para ayudar las parroquias y escuelas pobres alli.  Gracias por su apoyo.  Yo voy a orar por ustedes y su parroquia.  Yo pido sus oraciones por la Diocesis de Jackson también.  

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