Iniciamos el primer domingo de Cuaresma con Jesucristo en el desierto durante 40 días. Luego, el segundo domingo de Cuaresma, el Evangelio habla de la transfiguración de Jesús en la cima de la montaña. Podemos entender fácilmente estos dos Evangelios en el contexto del camino de Cuaresma. Sin embargo, en la superficie, es difícil para entender la parábola de la higuera de en el contexto de Cuaresma este domingo. Pero, cuando estudiamos las lecturas de este domingo, podemos descubrir los temas del arrepentimiento y la misericordia en estas lecturas.
Comencemos mirando nuestra primera lectura, el encuentro de Moisés con Dios en la zarza ardiente. Se encuentra Moisés ocupado en sus actividades cotidianas, de cuidar las ovejas de su suegro, cuando ocurre este milagroso encuentro entre Moisés y Dios. Moisés se siente atraído por una vista notable, a una zarza que se está quemando, pero la zarza no es consumida por el fuego. En este encuentro, Dios le habla a Moisés, diciéndole que se quite las sandalias, que está caminando en tierra santa. Los niños que participan en el programa de Catequesis del Buen Pastor en las clases de doctrina, a quienes se les enseña a quitarse los zapatos antes de entrar la aula, sabiendo que están entrando en un lugar santo donde ellos aprenden acerca de Dios. Cuando entramos a nuestra Iglesia para la Misa, también entramos en un lugar santo, que reverenciamos haciendo una genuflexión y haciendo la señal de la cruz. Reconocer y respetar la presencia de Dios, reconocer que estamos caminando en tierra santa en nuestro encuentro con Dios: estos son primeros pasos importantes para reconocer la necesidad del arrepentimiento en la vida. Todos tenemos nuestras propias faltas, debilidades y pecados al igual que Moisés. Cuando Moisés recibió su llamada de Dios, estaba escondido después de haber matado con ira a un capataz egipcio. Moisés admite ante Dios que no habla bien, que no tiene muchos de los dones de un buen líder. Pero Dios ve algo en Moisés que le hace llamarlo para esta misión especial. Dios invita a Moisés a reconocer no solo la santidad a su alrededor, sino también la santidad dentro de él, la llamada y la vocación dentro de él. Dios conecta a Moisés con el pasado, diciéndole que él es el Dios de sus antepasados, de Abraham y Sara. Dios conecta a Moisés con el presente, decirle a Moisés que reconoce la miseria del pueblo, que se propone librarlos de su dolor y sufrimiento. Finalmente, Dios conecta a Moisés con el futuro, hablándole de sus promesas de sacarlos de la esclavitud a una nueva tierra que tiene abundancia. Nosotros también estamos conectados con Dios en el pasado, presente y futuro. Dios nos llama al arrepentimiento en este tiempo santo de Cuaresma, a arrepentirnos de nuestros pecados, a renovar nuestra vida de fe, a mirar hacia el futuro.
En el Evangelio de hoy, la multitud y Jesús hablan de los galileos que fueron asesinados por Pilato y de los hombres que fueron asesinados por la caída de la torre en Siloé. Cuando la muchedumbre le pregunta quién de ellos es el más culpable y quién ha cometido el mayor pecado, Jesús afirma que el punto es que todos necesitamos redención y arrepentimiento, sin importar quiénes seamos. Todos necesitamos renovar nuestra fe, crecer en nuestra relación con Dios. Al igual que la muchedumbre, podemos preguntarnos cuánto se preocupa Dios por nosotros y cuánto nos ama si somos culpables de nuestros pecados. La parábola de la higuera que explica Jesús, del jardinero que es paciente y cuida de la higuera, nos revela que Dios quiere darnos tiempo para crecer y ser fructíferos en el camino de fe.
Hay un tipo especifico de bambú chino; cuando se planta en su primer año, siendo regada y fertilizada adecuadamente, no da señales de crecimiento. Lo mismo sucede durante el segundo, tercer y cuarto año. Parece que nunca crecerá y se desarrollará. Luego, en el quinto año, en el espacio de seis semanas, el bambú crece hasta aproximadamente noventa pies. El bambú chino es una verdadera lección de paciencia para todos nosotros. Así como Dios es paciente con nosotros, nosotros también debemos ser pacientes y trabajar diligentemente en nuestra vida de fe y trabajar para vencer nuestros pecados y nuestras tentaciones. No podemos renunciar a nosotros mismos cuando parece inútil, cuando parece que no vamos a crecer. Día tras día, estamos llamados a trabajar con diligencia y paciencia en nuestra vida de fe, en el arrepentimiento y la conversión.
Con este tema del arrepentimiento, quiero animarlos a todos a venir a nuestro servicio de penitencia de Cuaresma este lunes a las 6:00 pm aquí en St Jude. Tendremos cinco sacerdotes aquí por las confesiones. Es una gran oportunidad para todos nosotros en medio del de Cuaresma, una invitación de la Iglesia a arrepentirnos de todo corazón en el sacramento de reconciliación.
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