Hoy, en la Iglesia Católica de los Estados Unidos, celebramos el el domingo catequético. El domingo pasado, iniciamos el programa de las clases de doctrina en nuestra parroquia este año escolar. Hoy, también, queremos reconocer el compromiso que nuestros maestros y catequistas y que nosotros, como parroquia, hacemos al educar a nuestros niños y a nuestros jóvenes en la fe.
El tema del domingo catequético de este año viene de la primera carta de San Pablo a los Corintios, lo cual es maravilloso, porque hemos estado escuchando lecturas del libro en las misas diarias durante las últimas semanas. Nuestro tema es: "Recibí del Señor lo que también te entregué". Este tema se centra en la sustancia principal de la catequesis: una invitación a una nueva vida que nos da Cristo mismo. Este tema muestra que la fe viva requiere movimiento, inspirando a todos aquellos que escuchan la Palabra de Dios a compartirla como testigos del Dios vivo y verdadero. Los catequistas son los instrumentos a través de los cuales muchos llegan al encuentro de Cristo y escuchan esta invitación. Estamos agradecidos aquí en nuestra parroquia por tener un grupo de catequistas dedicados - hombre y mujeres de fe.
San Pablo es un ejemplo para nosotros este domingo catequético. San Pablo mismo tuvo un encuentro concreto con Cristo en su camino. Iba por todo el campo persiguiendo a los seguidores de Jesús cuando Cristo literalmente lo derribó de su caballo y lo cegó con un brillante rayo de luz. Cristo llamó a San Pablo a una misión especial. Pablo aceptó esta misión con valentía y tenacidad. Si todos los cristianos pudiéramos tener el gozo, el compromiso y el entusiasmo que Pablo tenía en su camino fe, no habría límites en las formas en que podríamos llevar el mensaje de Cristo al mundo. La educación religiosa para niños, jóvenes y adultos es muy importante en este momento, especialmente en las formas en que ha sido difícil practicar la fe en la realidad de la pandemia de COVID-19. Nuestra fe y nuestra comunidad de fe nos ayudan en el camino de fe y nos ayudan a superar y soportar lo que enfrentamos en la vida. Por eso es tan importante para nosotros educarnos siempre en la fe. Crecer y educarnos como individuos y como comunidad, ayúdanos en este camino de fe de toda la vida. Ser parte de nuestro programa de las clases de doctrina e ir a Misa y recibir la Eucaristía son pilares importantes para nuestra fe católica. Debemos darnos cuenta de que nuestra fe no es algo que se detiene y permanece estático en la vida. Es como una planta; si no crece, si no recibe alimentación, morirá. Alimentamos la fe por la Eucaristía, por nuestras experiencias de educación religiosa, por la forma en que aplicamos la fe en la vida diaria.
Ustedes conocen que yo trabajaba como misionero en las selvas del Ecuador. Del centro de misión en el aldea de Borbón en Ecuador, servíamos alrededor de noventa aldeas diferentes a lo largo de un vasto sistema fluvial en esa selva. Ya les he contado cómo viajaba a pie y en canoa muchas horas para llegar a cualquiera de esos pueblos y aldeas. Puede imaginarse cómo la mayoría de las personas que vivían en la selva no tenía muchas oportunidades de ir a misa con regularidad. Algunas de las capillas de estas aldeas no tenían misa una vez al año. Aquí en nuestra parroquia de St Jude, somos bendecidos con una comunidad católica que tiene una historia maravillosa. Somos bendecidos con un hermosa iglesia y con los recursos que los miembros aquí han trabajado arduamente para tener aquí. Sin embargo, seré muy honesto contigo. Si no luchamos por la fe, si no nos comprometemos con la fe católica, si no alimentamos a nuestros hijos y a nosotros mismos en la fe, ¿qué pasará con el catolicismo en nuestro sociedad? Es una situación grave, pero si trabajamos juntos, si estamos comprometidos en la fe y si reflejamos en la comunidad y en nuestras vidas la presencia de Cristo que está con nosotros, nuestra fe crecerá y se desarrollará y atraerá a nuestro prójimo. Hoy, en el domingo catequético, es bueno para mirar las formas en que queremos crecer en la fe.
Me encanta las palabras que escuchamos hoy en el salmo, como el salmista puede decir: Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable. Esta declaración sólo se puede venir de la boca de una persona de fe. Una persona que se sigue formando en la fe, que tiene entusiasmo por su fe y que transmite la fe a su prójimo. Que aspiremos a ser ese mismo tipo de persona de fe.
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