Para nosotros, Pascua es un tiempo especial. La realidad de Pascua significa que somos personas transformadas. Somos transformados en la resurrección de Jesucristo. Somos transformados en la vida nueva que tenemos en él como nuestro redentor y nuestro salvador. Somos transformados en el camino que tenemos como discípulos de Cristo. Todos estos domingos hasta el día de Pentecostés son domingos de Pascua para recordarnos que Pascua no es un solo domingo pero un tiempo litúrgico en la vida cristiana. En verdad, Pascua no es un día de celebración, sino una manera de vivir cada día.
Nuestra vida cristiana comienza con la Pascua. Sin Pascua, solo hay silencio, solo hay la muerte, solo hay nuestra vida terrestre. Pero, con nuestra vida en Jesucristo, podemos tener alegría y gozo en una manera profunda que es muy diferente de gozo y alegría terrestre. Tenemos este gozo y alegría porque Cristo ha resucitado, porque Cristo ya viva con nosotros y en nuestros corazones.
Hoy, el cuarto domingo del tiempo de pascua, es el domingo de Buen Pastor. Jesús es nuestro pastor que vive. Jesús es la puerta que nos introduce a la salvación del Padre como dice el Evangelio de hoy que él es la puerta de las ovejas en su rebaño. No hay otro camino ni otra puerta en nuestra vida de fe porque somos discípulos de Cristo.
Si Jesús es el pastor de nuestra vida de fe, tenemos que existir en relación con el, tenemos que vivir en la luz de sus valores y su autoridad, porque el es el pastor y nosotros somos sus ovejas. Podemos contestar en nuestros corazones, en nuestra acciones, y nuestra palabras: Si, Jesucristo es mi pastor. Escuchar la voz de Jesucristo, nuestro Pastor, es reconocer su autoridad y su importancia en nuestra vida, comulgar con su mensaje, dejarse guiar por él y saber distinguir su voz entre los miles de voces que nos convocan de todas las partes del mundo. C. Seguir la voz de Cristo es ser su discípulo humilde, es ser miembro comprometido de su iglesia y es pertenecer a su rebaño. Conocerle es experimentar su amor, acoger el don de la vida eterna que tenemos en él, ser su amigo, compartir su mesa y comunicarse con él diariamente en nuestras oraciones.
Este fin de semana, también, celebramos la jornada mundial de oración por las vocaciones en la Iglesia Católica. El papa Francisco dijo que una vocación no nace en ella misma y no vive por ella misma. Un vocación viene del corazón de Dios y crece en la tierra fecunda del pueblo fiel, en la experiencia de amor fraterno. Cada persona tiene una vocación en su vida de fe. Hoy, oramos en una manera especial por las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa consagrada. Estas vocaciones son llamadas de Dios y crecen en nuestras familias y en nuestras parroquias. Pero, cada discípulo de Cristo tiene una vocación en la fe, no solo los sacerdotes, las monjas, y los diáconos. Debemos reconocer también la manera que los padres pueden ayudar a sus hijos para escuchar la llamada de Dios y tener un ambiente de oración en su casa donde una vocación puede nacer y crecer.
Este domingo, el Evangelio nos invita a escuchar la voz de Cristo, nuestro Buen Pastor, a seguirla y a conocerla. El Evangelio nos invita a reconocer que Jesucristo es la puerta del nuestra salvación y la puerta de nuestra comunidad de fe, la iglesia de nuestro Cristo, nuestro Señor.
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