Para nosotros, los discípulos de Cristo, so hay una respuesta: No importa la realidad de este momento en nuestra vida, la Pascua significa victoria. Cada vez que conseguimos una victoria y resolvemos un problema, nos sentimos muy felices y muy gozosos. Pascua es la gran victoria del amor sobre la muerte en nuestra vida humana. En el Evangelio de hoy, después de su muerte en el Viernes Santo, después de su resurrección de la tumba, Cristo se presentó a los discípulos en la casa detrás de la puerta cerrada y les expresó un mensaje de paz. Los discípulos tenían miedo en este momento de sus vidas: ¿Era un fantasma? ¿Era un espíritu? ¿Era una visión? Los discípulos no podían creer lo que veían. Pero, en este momento, era el mismo Jesús, él que estaba delante. Ellos vieron y creyeron.
Tenemos esta temporada de Pascua como un don de fe y por la gracia de Dios. Tomás se perdió el primer encuentro con Jesús el primer día de la semana cuando él no estaba con los otros discípulos. El evangelio no dice donde Tomás estaba escondido en este momento. Pero Tomás volvió con sus compañeros y ellos le gritaron: "Hemos visto al Señor". Tomás no les creyó y el estableció sus condiciones para creer: No creeré si no meto mis dedos en su cuerpo. Llegó en el día en que Jesús le invitó a hacer precisamente eso. Tomás exclamó: "Señor mío y Dios mío". Esta exclamación de Tomás es un don, un don que sólo Dios mismo puede dar.
Cuando celebramos la presencia de Jesucristo con nosotros en la misa, podemos decir con toda sinceridad las palabras de Tomás: "Señor mío y Dios mío.” Ojalá, podemos declarar estas palabras como Tomás, desde la profundidad del corazón, desde la profundidad de la fe. Cada domingo, podemos mirar una hostia, un pedazo de pan, sobre el altar y en la palma de la mano. ¿Qué podemos ver? Podemos ver muchas cosas en la vida de fe. Pero, en verdad, ¿hemos visto y oído lo suficiente para creer? No. Nunca verán ni oirán lo suficiente para llegar a creer sin dudas. Sin embargo la invitación siempre será la misma: convertir en creyente. Sabemos que podemos tener dudas. Podemos tener preguntas. Y en este momento en la vida, con la crisis que tenemos en el mundo, tenemos mucha inseguridad, muchos desafíos, y muchas dudas. Tal vez, con los desafíos que tenemos en este momento, no estamos preparados para gritar: Jesús es el Señor. Jesús es mi todo. Pero, no podemos olvidar: Creer es también dudar. Creer es un don de Dios y tenemos que confiar en él. Fe y confianza van juntas. La resurrección de Cristo es el don que Dios nos da. Pero, en la realidad de nuestra fe, podemos decir con sinceridad: Cristo ha resucitado. Entonces, podemos celebrar hoy en nuestro camino de fe la Pascua gozosa de la resurrección.
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