Monday, August 5, 2019

11 de agosto de 2019 – decimonoveno domingo del tiempo ordinario – Lucas 12, 32-48; Hebreos 11:1-2, 8-19


      Tenga confianza en el Señor.  Sea preparado.  Este es el mensaje que recibimos de Dios esta tarde.  El actor norte americano Woody Allen dijo: “asistir es 80% de la vida.”  Se puede imaginar, por algunos cristianos es difícil para asistir a veces.  Es difícil para levantarnos para ir a la misa los domingos por la mañana.   Es difícil a veces para tener el deseo y la motivación para ir a la iglesia.  Podemos tener días secos en nuestro camino de fe. Podemos buscar a Dios en nuestro camino de fe, pero tal vez no nos sentimos su presencia en nuestra vida. Podemos tener una oración en nuestros corazones y queremos una respuesta de Dios, tal vez una respuesta especifica, y no escuchamos nada de Dios.  Sin embargo, es tan importante para nosotros para poner un pie delante del otro en nuestra vida de fe, no importa donde estamos en nuestro camino. Aun cuando es difícil y doloroso para hacerlo, tenemos que seguir en nuestro camino, para caminar con nuestra comunidad de fe.  Y como este actor norte americano Woody Allen implica en sus palabras, nada puede suceder si no estamos presentes, si no asistimos.
      Tener la confianza y la fe en nuestro Señor es el objeto de nuestra lectura de la carta a los Hebreos hoy.  Esta lectura nos da una de las definiciones más claras de la fe en el Nuevo Testamento: “La fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades que no se ven.”  El autor de esta Carta trataba de fortalecer la fe de los cristianos judíos en su invocación del ejemplo de sus antepasados ​​que habían creído en las promesas de Dios, incluso cuando todavía no se habían cumplido esas promesas.  Abraham fue el gran patriarca de la fe judía. Dios llamó a Abraham para salir de su patria a una nueva tierra que Dios prometió a Abraham y a sus descendientes.  En su fe en Dios, Abraham caminaba en la luz de estas promesas de Dios, inclusivo él estaba dispuesto para sacrificar a su hijo por orden de Dios.  El camino de fe de Abraham no siempre fue sencillo, pero él puso su confianza en las promesas de Dios y en su santa alianza con él.  Los cristianos judíos que escucharon este mensaje en la carta a los hebreos ya no estaban bienvenidos en sus instituciones judías en su tierra, pero ellos tenían confianza en las promesas que Cristo se ofreció, que estas promesas estaban mas completo de lo que Dios se ofrecía a sus antepasados ​​judíos.
       En nuestra vida y en nuestro camino de fe, a veces no estamos muy preparados.  A veces, cuando hay la hora para empezar la misa en el sacramento de matrimonio o en una quinceañera, la familia no ha llegado todavía, y no podemos empezar.  Pero, en el Evangelio, Cristo dice que necesitamos estar preparados siempre, listos con nuestras lámparas en la esperanza de la llegada del maestro.  La primera generación de cristianos en la iglesia primitiva estaban seguros de que Cristo volvería pronto.  Pero cuando ese momento no llegó, ellos necesitaban tener esperanza en su llegada, para estar listos y preparados para la segunda venida de Cristo.  En caso de que Jesús volverá pronto y nos encontrarnos bien preparado, el Evangelio nos asegura que estaremos bendecidos por nuestra vigilancia y nuestra preparación.  Jesús nos asegura en el Evangelio que necesitamos preparar y fortalecer nuestra relación con Dios, nuestro Padre. ¿Y como podemos hacerlo?  Debemos crecer constantemente en nuestra fe a través de nuestra vida de oración, a través de nuestra participación en los sacramentos de la Iglesia, a través de la lectura y el estudio de la Sagrada Escritura, y a través de actos del servicio cristiano y de la caridad.  Dios siempre nos da la gracia y el valor para permanecer fieles, que nos recuerda que siempre recompensará nuestra fidelidad.

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