Tuesday, November 1, 2016

1 de noviembre de 2016 - Todos los Santos - Apocalipsis 7:2-4, 9-14, Mateo 5:1-12a

      Al acercarnos al fin del año litúrgico de la Iglesia, hoy celebramos la solemnidad de Todos los Santos.  Algunos de los adultos de nuestra parroquia me dijeron que no aprendieron mucho sobre los santos en su niñez. Ellos conocen que los santos existen, pero no los estudiaron tanto. Afortunadamente, con el Concilio Vaticano Segundo, con el énfasis en aprender más sobre la Iglesia de los Apóstoles y la historia de la Iglesia, hay mas interés en los santos en nuestra época.  Por lo tanto, cuando pensamos en la celebración de los santos de hoy, podríamos pensar en aquellos santos canonizados o beatificados por nuestra Iglesia.  Pero, la celebración de los santos es mas amplio.  En el Día de Todos los Santos, celebramos a todos los cristianos bautizados que han muerto y que ahora están con Dios en el cielo en la gloria eterna.
      Siempre es interesante para escuchar el Evangelio del Día de Todos los Santos: las Bienaventuranzas del Evangelio de Mateo.   Cuando pensamos en la santidad, podríamos pensar en los Diez Mandamientos y las otras leyes de Dios que debemos seguir como discípulos de Cristo.  Y cuando pensamos en los valores de la Buena Nueva de Cristo, las Bienaventuranzas no son lo primero que viene a nuestra mente.  Pero al igual que nuestra parroquia tiene una declaración de misión, las Bienaventuranzas también pueden ser la declaración de misión que necesitamos seguir como cristianos.  Somos bendecidos, felices y afortunados cuando seguimos los valores de las Bienaventuranzas, porque demuestran que Dios el centro de nuestra vida.  Los santos vivían las Bienaventuranzas en sus vidas en muchas maneras diferentes. Somos pobres de espíritu cuando nos damos cuenta de que a través de nuestras debilidades humanas necesitamos la ayuda y el apoyo de Dios, necesitamos a Dios en el centro de nuestras vidas.  Somos mansos en el sentido del Evangelio cuando nos acercamos a nuestro prójimo con ternura, compasión y cuidado, siendo conscientes de sus necesidades y conscientes de nuestra conexión como hermanos en Cristo.  Tenemos hambre y sed de justicia cuando tratamos a nuestro prójimo con dignidad y respeto, cuando trabajamos para asegurar esta dignidad y respeto, incluso si tenemos que hacer sacrificios.  Somos misericordiosos cuando extendemos la misericordia de Dios, la compasión y el perdón a nuestro prójimo, misericordiosos con ellos en el sentido de que Dios Padre es misericordioso con nosotros.  Las Bienaventuranzas describen las actitudes y los valores que debemos tener como discípulos de Cristo. Los santos vivían estos valores también. Su testimonio y sus intercesiones nos ayudan a esforzarnos por alcanzar la perfección de estos valores de la Buena Nueva.
       Nuestra lectura del Libro de Apocalipsis nos da la visión de San Juan de los santos en la gloria, unificada con Dios en su reino: "una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos.”  La celebración del Día de Todos los Santos hoy nos recuerda que estamos llamados a formar parte de esta muchedumbre de santos cuyos números son tan grandes. Recordamos la comunidad de los santos de hoy.  Damos gracias a Dios por la comunidad de los santos.  También oramos por su ayuda e intercesiones.



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