Hoy celebramos el cuerpo y la sangre de Cristo. Celebramos el cuerpo y la sangre de Cristo – la
presencia de Cristo – que recibimos en la santísima Eucaristía cada vez que
vamos a la misa. Celebramos el cuerpo de Cristo que formamos en la
Santa Iglesia.
Hoy, el Evangelio nos da el milagro de la
multiplicación de los panes y las peces a la muchedumbre hambrienta. Ellos tienen hambre física. Ellos tienen hambre en sus espíritus. En la presencia de su cuerpo y su sangre, él
satisface el hambre de la muchedumbre.
Hay una estadística muy triste en nuestra
iglesia. Muchos católicos no creen en la presencia
verdadera de Cristo en el cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía. Muchos católicos no conocen que la Iglesia
enseñan que la Eucaristía es la presencia verdadera de Cristo. Hay muchos católicos que no vienen a la misa cada
domingo para recibir la eucaristía. Hay muchos católicos que no participan
activamente en la vida de la Iglesia – el cuerpo de Cristo – en la vida de su
parroquia.
Esta semana, yo estaba muy enfermo. Yo pasaba 3 días en la cama con un virus. Estoy mejor, pero no estoy 100% perfecto. Recuerdo una vez cuando estaba muy enfermo con
una fiebre tropical en las misiones. Era tarde por la noche, 10 minutos antes de que
la misa estaba empezando. Yo estaba enfermo durante mucho tiempo. He tenido problemas con mi experiencia misionera,
tanto mental como físicamente. Fui a la misa en nuestro centro misionero cada
noche después de un día lleno de trabajo. La Eucaristía fue una luz que brillaba
para mí en medio de la oscuridad y las luchas y los desafíos de mi vida
misionera. La Eucaristía me dio alimento y sustento, para
continuar al nuevo día, no importa las dificultades que tenía. Con todo mi corazón, yo necesitaba tener la misa y
la Eucaristía esta noche en la mitad de realidad de mi vida. Pero, en la cama, con mi enfermedad, yo estaba
capaz de salir e ir a la misa. Me sentía tan solo y desamparado. Cristo en la Eucaristía estaba tan cerca, pero
tan lejos al mismo tiempo. Yo quiero recordar el deseo que yo tenía como
misionero para recibir Cristo en la Eucaristía. Todos debemos tener el deseo para tener la
Eucaristía en nuestras vidas, un deseo que nunca termina.
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