Thursday, October 22, 2015

10/28/2012 - Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario – Marcos 10, 46-52

      El ciego se llama Bartimeo.  Él grita a Jesús cuando le ha visto caminando con sus discípulos.  Bartimeo conoce en su corazón que Jesús es el Hijo de David – el Hijo de Dios.  Bartimeo grita en voz alta – “Jesús – ten compasión de mi.”  Él conoce que tiene una oportunidad muy grande para tener sanación en su vida.  Por la fe y la perseverancia de Bartimeo, él recibe una respuesta de Jesús – “Vete - tu fe te ha salvado.”
       Tenemos una llamada de fe con este relato notable en el Evangelio de Marcos.  Este relato tiene importancia en el tema de este mes de octubre.  Octubre es el mes de la Virgen María – nuestra Madre y la Madre de nuestra Iglesia -  pero también es el mes para respetar a la vida como una parte esencial de la fe católica que tenemos en nuestros corazones.  El jueves de la semana pasada – el 22 de octubre – celebramos San Papa Juan Pablo Segunda.  El explicaba que nuestra proclamación del Evangelio de la Vida es importante en la cultura de la muerte que existe en nuestro mundo moderno.  La cultura de la muerte es una consecuencia del deseo de tener una vida conveniente que no tiene respeto por la vida humana.
       Bartimeo tenía la esfuerza y la persistencia de pedir algo de nuestro Señor, para tener un cambio en su vida. Los discípulos de Cristo quería hacer callar la voz de Bartimeo.  Pero, en su respuesta a Bartimeo, Jesús explicó que él puedo seguir por su camino, que en su fe, puede encontrar la salvación.  En este momento que Jesucristo proclamó estas palabras, Bartimeo recibió la curación – la sanación - en su vida.  Bartimeo abrió su alma y sus ojos – y nosotros necesitamos abrir nuestros ojos y nuestro corazón a Dios en nuestra vida también. El Papa Benedicto explicaba que la fe es un viaje, una peregrinación, que el sendero de fe tiene etapas de penitencia y renovación.   Como peregrinos en el camino de fe, necesitamos tener una transformación en nuestra vida de fe. En el Evangelio, tenemos el ejemplo de Bartimeo en su camino de fe y en su sanación. Pero, necesitamos recordar que la fe no es una superstición, no es algo mágico.  La creencia que Bartimeo tenía en su fe no es la razón única de su sanación.   Jesús curó a Bartimeo, y en su curación, Bartimeo recibió esta sanación en su fe y en su vida.  Con el Evangelio de la Vida que Jesús proclamó en sus enseñanzas y en su vida, recibimos el Evangelio de la Vida en nuestros corazones.  Y recibimos las enseñanzas de Cristo de respetar la vida humana para seguirlas. 

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