Un día, la Madre
Teresa de Calcuta en India ayudó una mujer de las calles. El cuerpo de esta
mujer tenia muchas úlceras infectadas con bichos. Con mucha paciencia y
mucha ternura, la Madre Teresa limpió su cuerpo. La mujer gritaba a la
Madre Teresa todo el tiempo. La Madre
Teresa respondía con compasión y con una sonrisa. Explicó la Madre
Teresa mas tarde – ella puede trabajar cada día sin frustración y sin
impaciencia solo con la Eucaristía. El
Cuerpo y la Sangre de Cristo es la comida espiritual que la sostiene. Sin la Eucaristía, ella no puede servir ni un
día ni una hora.
Hoy, celebramos la Solemnidad del Cuerpo y
Sangre de Cristo que recibimos en la Eucaristía. Dice el Concilio Vaticano Segundo – la
Eucaristía es la fuente y la cumbre de nuestra vida en la Iglesia y nuestra
vida espiritual. Nuestra vida como
católicos debe tener su base en la Eucaristía. Nuestro Evangelio de
esta Solemnidad es muy interesante – no escuchamos sobre la fundación de la
Eucaristía en la Ultima Cena, pero sobre el milagro de los panes y los peces
para alimentar la muchedumbre. Solo este milagro
están en todos los cuatro Evangelios – podemos decir que es un cuento muy importante
en la vida de la Iglesia del Nuevo Testamento.
La muchedumbre tenía hambre para comer al fin de este día después de escuchar la enseñanzas de Cristo. Los discípulos querían
enviar la muchedumbre a los pueblos y los caseríos para buscar alojamiento y
comida, pero Cristo quería proporcionar esta comida.
El hambre es un
problema grave – sin comida, no podemos vivir. Aquí, en Mississippi,
hay pueblos donde 50% de la población recibe la ayuda del gobierno para
conseguir su comida. Si, el hambre es un
problema muy grande en los Estados Unidos y en nuestro mundo moderno, pero hay
tipos de hambre diferente en nuestra vida, y con el milagro de los panes y los
peces y con la Eucaristía donde recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
Jesús satisface muchos tipos de hambre que tenemos.
Tenemos hambre de
tener significado en nuestra vida – tenemos hambre para superar la superficie
de nuestra vida aquí en la tierra. Tenemos hambre para
conectar con Dios en nuestra vida – para tener un vistazo del Reino de Dios en
nuestro viaje.
Tenemos hambre para
tener la curación y la integridad en nuestra vida, para arreglar la desigualdad
en nuestros corazones. En esta muchedumbre en
el Evangelio, me imagino que había muchos tipos de hambre en sus vidas, y con
sus enseñanzas y su proclamación del Reino de Dios, había una satisfacción con
su hambre.
Cuando venimos a la
misa, debemos tener hambre en nuestro alma para tener la Eucaristía en nuestra
vida, para comulgar en la mesa del Señor con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Y como el ejemplo de
la Madre Teresa, con su fuerza de vivir y servir en la Eucaristía, así que el
Cuerpo y la Sangre de Cristo debe ser un presencia preciosa en nuestra vida
también. Recibir el Cuerpo y la
Sangre de Cristo – solo es el inicio. La
vida y el alimento que recibimos de Cristo en esta manera muy especial deben
informar nuestra consciencia y motivar nuestras acciones. Para mi, es la
definición de esta solemnidad de hoy. En las tradiciones de
la Iglesia, hoy, en esta solemnidad, hay procesiones en las calles y en los
barrios. Necesitamos llevar el espíritu
de la Eucaristía con nosotros – donde vamos en nuestro viaje.