El profeta Isaías dice – “¡Sean fuertes, no teman!”
– Nuestro Dios puede cambiar todo. El puede abrir los ojos de los ciegos y los oídos
de los sordos. El puede cambiar el clima – el puede poner el
agua en la tierra seca. Hoy, escuchamos el mensaje de Isaías, escuchamos
sobre el milagro de Jesús y el mudo – tenemos la invitación de reflexionarnos
sobre este milagro y su significación para nosotros como seguidores de
Cristo.
En el superficie del Evangelio, escuchamos sobre
la sanación del hombre que no puede hablar, que no puede oir por las manos de
Cristo. El objeto de esta acción es la sanación de este
hombre que está pidiendo la ayuda de nuestro Señor. Pero, también, esta acción nos muestra Jesús como
el Mesías, como el Santo de Dios en la manera que la gente veía este milagro
afuera de la capacidades normales que los seres humanos pueden cumplir.
Hay mas para entender. Este milagro muestra la importancia de nuestra
comunidad de fe. Este mudo no viene solo a Jesús – sus amigos lo
trae. Y para muchos de nosotros también – nuestras
familias y padres y padrinos nos traen a Jesús para nuestro baptismo. Los amigos de este mudo lo trae a Jesús como una
reflexión de su fe en El, como una reflexión de su amor y compasión para el. Finalmente, nosotros necesitamos tomar la
decisión de continuar nuestro viaje de fe como jóvenes y como adultos, pero
siempre tendremos personas para acompañarnos en nuestro viaje – nuestra
familia, nuestros amigos, nuestra comunidad de fe, y la comunidad de santos
también.
"Efatá.”
"Abrete." Jesús abre
mas que los oídos y la lengua de este mudo – El abre la vida de este mudo a su
Bueno Nuevo también. Cada día en nuestro viaje de fe, Jesús nos da el
desafío para abrir nuestra vida también. Nuestros ojos, nuestros oídos, nuestras bocas –
pueden estar cerrados por mucho tiempo – ciego a las necesidades de nuestros
vecinos, sordo a la voz de Dios en la realidad en nuestro mundo. Cuando escuchamos la voz de Dios, muchas veces no
tenemos la voluntad para mover, para actuar.
Cuando el mudo abre su vida a Jesús en el
Evangelio, el tiene mas esperanza, él está reunificado con su comunidad. Jesús les explicó que ellos no pueden decir nada
a nadie – el mudo y sus amigos proclamen la gloria de Dios a todos.
El amor de Dios nos toca y nos abre – pero
necesitamos estar abiertos a este amor. La voz de Cristo habla muy claramente en nuestra
vida – si escuchamos – vamos a reconocer sus palabras en nuestra, su verdad en
nuestro mundo. En nuestro bautismo, recibimos la oración “Efatá”
en nuestros oído para recibir la palabra de Dios en nuestra vida, en nuestros
labios proclamar nuestra fe. Y hoy día, muchos años después de nuestro
bautismo, Jesús puede abrir nuestra vida para mirar al mundo en una manera
diferente, para hablar en una manera diferente, para tener una experiencia muy
diferente en nuestra vida.
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