Lecturas para la misa de Quniceañera
Primera lectura - Jeremías 1: 4-10: Jeremías llamado por Dios.
Salmo - salmo 123
Segunda lectura - Gálatas 4: 4-7. Somos los hijos e hijas del mismo Padre.
Evangelio - Lucas 1: 46-55. El magníficat.
(1) Lectura del profeta Jeremías
Jeremías dijo: ”Me llegó una palabra de Yavé: «Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.»
Yo exclamé: «Ay, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!»
Y Yavé me contestó: «No me digas que eres un muchacho. Irás adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte -palabra de Yavé.»
Entonces Yavé extendió su mano y me tocó la boca, diciéndome: «En este momento pongo mis palabras en tu boca. En este día te encargo los pueblos y las naciones: Arrancarás y derribarás, perderás y destruirás, edificarás y plantarás.»
Palabra de Dios.
(2) Salmo 123
R: Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
nos habrían devorado vivos,
cuando ardió su furor contra nosotros.
R: Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,
nos habrían sumergido las aguas turbulentas.
¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó
como presa de sus dientes!
R: Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Nuestra vida se salvó como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y nosotros escapamos.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
R: Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor
(3) Lectura de San Pablo a las Gálatas:
Pablo dijo: ”Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, que nació de mujer y fue sometido a la ley, con el fin de rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que así recibiéramos nuestros derechos como hijos. Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abbá! o sea: ¡Papá! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo, y siendo hijo, Dios te da la herencia."
Palabra de Dios.
(4) Lectura del Santo Evangelio según San Lucas:
María dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre.”
Palabra del Señor
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