Jesucristo, nuestro Buen Pastor: Cuando luchamos, refrescaste nuestras almas. Cuando teníamos miedo, nos consolabas. Cuando teníamos hambre, nos diste un banquete. Cuando dudamos, nos animaste. En el valle más oscuro, ninguna calamidad del hombre o de la naturaleza nos ha separado de ti.
Jesucristo, nuestro Buen Pastor: enséñanos a caminar como tú caminas. Que caminemos junto a los que están de luto, para que conozcan la alegría y el gozo de la fe. Que caminemos junto a los que tienen miedo, para que conozcan el consuelo. Caminemos junto a los hambrientos, para que festejen hasta que su copa rebose. Que caminemos con quienes enfrentan la opresión o la injusticia o la violencia, para que no se sientan solos. Que caminemos con aquellos que están enfermos o agobiados, para que puedan sentir tu presencia sanadora en sus vidas.
Jesucristo, nuestro Buen Pastor: Así como tu bondad y amor y su misericordia nos siguen, que nuestra bondad y amor y misericordia sigan a nuestro prójimo. Cuando nos enfrentemos a la amenaza de nuestros peores terrores, que conozcamos el consuelo de la casa del Señor donde nos has invitado a morar para siempre.
Jesucristo, nuestro Buen Pastor: Esforcémonos por ayudar a construir aquí en la tierra lo que nos has prometido en la vida eterna. Frente a todas las calamidades, presentes y futuras, llevemos a nuestro prójimo junto a las tranquilas aguas, las aguas de luz y de vida del Buen Pastor.
Jesucristo, nuestro Buen Pastor: Nunca olvidemos que estás siempre a nuestro lado. AMÉN.
Jesucristo es el buen pastor. Como el pastor de las ovejas, él protege, guía y nutre a su rebaño. Tal vez, en la pandemia, pensamos estamos solitos en las tinieblas el valle oscuro. Pero, Jesucristo está siempre con nosotros. Él está aquí con nosotros sin excepción.
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