Podemos ir a la misa cada domingo en nuestra parroquia para celebrar con nuestra comunidad de fe. En la celebración eucarística que celebramos juntos como una comunidad de fe, podemos aprender mucho sobre nuestro Señor Jesucristo, sobre su vida, sus milagros, sus promesas, y su proclamación del reino de Dios. Pero, todo de eso es nada si no creemos en la salvación que tenemos en la muerte y la resurrección de Nuestro Señor.
La resurrección de Cristo que celebramos hoy es para nosotros la fundación de nuestra fe. María Magdalena a la tumba de Cristo en las tinieblas de la mañana. El sepulcro era vacío. Anunció ella a Simón Pedro y al otro discípulo – "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
María Magdalena y era testigos del sepulcro vacío, signo de la resurrección. Pero en este momento, no se daba cuenta sobre esta realidad en su plenitud. La resurrección es la fundación de nuestra esperanza y la base de toda la vida moral del cristiano. Ser cristiano es vivir realmente en la profundidad y la realidad maravillosa del Misterio Pascual de Cristo.
Hay muchas personas en nuestro mundo que no creen en el milagro de Pascua, en el milagro de la resurrección. ¿Entonces, cómo podemos hablar hoy en nuestro mundo sobre la resurrección del Señor? ¿Cómo podemos proclamar esta realidad? Creer en la resurrección es creer en algo que sólo Dios puede hacer. La resurrección nos da vida en una realidad nueva.
La creencia en la resurrección y su realidad en nuestra vida sólo tiene explicación desde la muerte y la experiencia de la resurrección del Señor. Es inútil tratar de explicar la resurrección de Jesucristo a una persona que no caminaba con él por los caminos de la fe, que no reunía sus cruces que la Cruz de Jesucristo. Comprender la realidad de la resurrección significa haber aceptado la vida que muere en la cruz para esperar una vida nueva más allá de la muerte. Creer en la resurrección es creer en las promesas de Cristo y tener esperanza en ellas.
Pero, en verdad, que es la resurrección? Es el triunfo del amor que es más fuerte que la muerte. Es vivir otra realidad. Esta realidad no existe solo con nuestra inteligencia sino con la fuerza de la fe. Es increíble porque sólo Dios es quien lo puede hacer.
Para vivir la resurrección de Cristo es ser testigo de su Buena Nueva. Como María Magdalena era testigo de la resurrección, como Pedro y el otro discípulo eran testigos, nosotros también pueden ser testigos. Tenemos la llamada de compartir nuestras experiencias de fe con nuestro prójimo: con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros vecinos, con nuestros amigos, con la gente en nuestra comunidad. Con el ejemplo en el Evangelio de Juan esta tarde, debemos dar testimonio, debemos creer, y debemos compartir.
Como creyentes en nuestro Señor, nuestro Salvador, no nos quedamos solamente en la visión material de nuestra existencia en el mundo. Es la creencia en algo mas. Vivir en la resurrección de Jesucristo es tener gozo y nueva vida. Nunca más la muerte va a tener la última respuesta. Nosotros como seguidores de Cristo tendremos un horizonte más allá del horizonte de nuestra vista en el presente. Nosotros como seguidores de Cristo tenemos nuestro Señor como nuestro luz. Es nuestra realidad.
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