Cuando el emperador romano Constantino reconoció la Iglesia en el siglo IV, los cristianos en Jerusalén comenzaron a representar públicamente la entrada de Cristo en su ciudad el domingo antes de Pascua. Este domingo tiene el nombre “Domingo de ramos.” Había una gran procesión por las calles de Jerusalén. La muchedumbre llevaba los ramos y gritaba "¡Hosanna en las alturas!" Seguimos en esta misma tradición de la Iglesia Antigua al conmemorar el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor y el comienzo de la Semana Santa. Además de la procesión con ramos, la otra característica antigua del Domingo de Ramos es la lectura del Evangelio de la Pasión de nuestro Señor en esta celebración. Esta semana, completamos nuestro camino con Cristo en su camino a la cruz, en su camino a su muerte y resurrección y en la salvación que tenemos en él.
En nuestra celebración, Cristo inicia su pasión entrando triunfalmente en Jerusalén en una entrada de amor y generosidad en lugar de poder y fuerza. Sin embargo, en esta entrada, Jesús no entró como los grandes y poderosos del mundo; entró revestido de humildad y sencillez. En esta entrada, era la gente sencilla que aclamaba a Jesús como el Mesías. Era en esta ocasión cuando se hace realidad lo que ya antes había dicho Jesús: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y los entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla y a los niños.” Era la gente humilde y sencilla que reconoce que Cristo es nuestro único salvador. La muchedumbre, llena de alegría, alfombraba el suelo con sus mantos y con ramos cortados en el campo para dar una bienvenida de gozo a su entrada. El orgullo y la arrogancia de los poderosos cierran los ojos de su fe. En lugar de alegrarse por la llegada de Cristo, los poderosos se sienten molestados ante el júbilo de la gente sencilla.
Tenemos mucho ejemplos de fe en la historia de nuestra Iglesia por supuesto. Por ejemplo, en el 24 de marzo, marcamos el aniversario de la muerte del Arzobispo Oscar Romero de El Salvador. Arzobispo Romero es mártir de la fe – murió durante la celebración de la misa en su país durante la guerra civil. Romero defendía los derechos de los pobres en la mitad de mucha opresión y violencia. El Papa Francisco expresaba su admiración por El Arzobispo Romero. El Papa apoyaba a su causa de canonización. El fue canonizado en octubre del año pasado. En comparación del ejemplo del Monseñor Romero, en el Evangelio de San Marcos, los discípulos de Jesús frecuentemente no son modelos de fe. En la forma en que se representan en el Evangelio, tal vez nos preguntamos cómo estos discípulos continuaban el ministerio de Cristo después de su muerte. Como acabamos de escuchar en la lectura de la Pasión, en la Última Cena, los discípulos insistían en que ninguno de ellos sería traicionar a Jesús. Jesús predijo que su fe se agitará en los próximos eventos de su camino a la cruz. Pedro y los otros discípulos lo negaron. Sin embargo, en su agonía en el huerto, mientras que Jesús oraba, los discípulos dormían toda la noche. En el Evangelio, no menciona los discípulos de estar presente en la pasión y la muerte de Cristo. De hecho, sólo las mujeres que habían sido seguidores de Cristo en Galilea son reportados como estar presente en la crucifixión, aunque a cierta distancia.
Conmemoramos la pasión del Señor hoy y reconocemos la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén antes de su crucifixión; entonces, podemos preguntarnos: ¿Cómo podemos tener los días de Cuaresma y el Domingo de Ramos y la Semana Santa un impacto en nuestras vidas? En el año 2014 durante la misa del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro en Roma, el Papa Francisco pidió a los fieles algunas preguntas muy directas que salen de la lectura del Evangelio de la Pasión: ¿Duerme en su vida de fe, al igual que los discípulos que se quedaron dormidos cuando Jesús estaban orando en el huerto? ¿Te gusta el poder de Poncio Pilato en el Evangelio, que, cuando ve a una situación difícil, y luego se lava las manos de ella? Esas preguntas nos dan mucho para reflexionar.
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