Monday, June 11, 2018

24 de junio de 2018 – homilia de la Natividad de Juan Bautista – la Semana de Libertad Religiosa - Lucas 1,57-66, 80


       Hoy es el 24 de junio, el día de la natividad de Juan Bautista.  Desde las noticias que su madre Isabel y su padre Zacarías recibieron, desde la visita de María a su prima Isabel cuando ellas estaban embarazadas, estaba anunciado al mundo que Juan tendría un papel muy especial en la historia de salvación.  Zacarías estaba mudo por el poder de Dios cuando tenía dudas sobre la voluntad de Dios en la vida de su familia.  Dios restauró la voz de Zacarías cuando él puso el nombre de Juan a su hijo según la voluntad de Dios.  Los amigos y los vecinos de Isabel y Zacarías no pueden creer en la realidad del nacimiento de Juan – ellos reconocen que es algo muy especial.  Juan tenía una personalidad muy travieso y muy fogoso, pero él puso su energía en servicio a Dios, para ser profeta para Dios y para preparar el camino de Jesús. 
         Nosotros, los sacerdotes, tenemos el mandato de los obispos este fin de semana para predicar la palabra de Dios sobre la importancia de la libertad religiosa que tenemos en nuestro país en el contexto de la solemnidad de la natividad de Juan Bautista.  Juan trabajaba en el servicio de Dios como su profeta, para preparar el camino de Jesús en la mitad del poder del reino romano. Herodes tenían miedo de Juan Bautista y de su mensaje – Juan fue a la cárcel y a su muerte por la consecuencia de su predicación de su llamada de Dios.  Herodes no quería escuchar a la verdad religiosa en las palabras de Juan Bautista.  Hoy, en nuestro país, tenemos desafíos sobre nuestra libertad religiosa.  La fortaleza, la diligencia, y la honradez de Juan Bautista son ejemplos muy buenos para nosotros con nuestros desafíos. 
        Durante la Semana de la Libertad Religiosa, nosotros los fieles debemos emprender la oración, la educación y la acción en apoyo de la libertad religiosa. Juan el Bautista pagó con su vida mientras hablaba las verdades de nuestra fe. El viernes pasado, celebramos la fiesta de San Juan Fisher y Santo Tomás More, ambos decapitados por el Rey Enrique VIII en el siglo XVI en Inglaterra. Al igual que el rey Herodes con Juan el Bautista, Enrique VIII no quería que More y Fisher dijeran la verdad sobre la Iglesia y sobre el vínculo sagrado del matrimonio que Enrique VIII quería romper con su esposa Catalina de Aragón de España. More era abogado y canciller de Inglaterra.  Fisher era un obispo inglés en la Iglesia Católica. En su papel de mantener su libertad religiosa, ambos perdieron la vida y se convirtieron en mártires por la fe.
         Los obispos han llamado a la libertad religiosa "nuestra primera y más preciada libertad". La libertad religiosa era importante para los padres fundadores de nuestro país: fue el tema de la primera enmienda a la Constitución de los EE. UU. En muchos sentidos, la libertad religiosa es la base de todas las libertades que disfrutamos en nuestro país, porque si nosotros los estadounidenses no somos libres de formar y seguir nuestras conciencias en nuestra fe religiosa y elegir la forma en que vivimos nuestra fe cada día, entonces, ¿cómo podremos vivir en libertad en el sentido de esa palabra? Cuando nuestro gobierno nos pide que hagamos algo que está en contra de las santas enseñanzas de Dios, entonces las tradiciones de la libertad de nuestro país está destruida.
         Hoy, en la celebración de la natividad de Juan Bautista, reconocemos que nuestra libertad religiosa no es nuestra invención, no es algo que el gobierno puede darnos o quitar como su capricho.  La libertad religiosa es un don de Dios, un gracia de Dios.  Nuestra país tiene la libertad religiosa como nuestra fundación – es una insistencia de nosotros como católicos y como norte americanos.  Como la insistencia de Juan Bautista en Israel, afirmamos nuestro derechos como creyentes y seguidores de Jesucristo.  

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