Los milagros eran una parte importante de la
proclamación del Reino de Dios en el ministerio de Jesucristo. En los milagros en los Evangelios, hay tres veces
cuando Cristo levantó a una persona muerta a la vida. El más famoso es el cuento de Lázaro en el
Evangelio de San Juan. Los Evangelios de Mateo y Marcos relatan el
cuento de la hija de Jairo, un líder en la sinagoga. Hoy, oímos acerca del hijo de una viuda en la ciudad
de Naím. En el caso de la resurrección de la hija de Jairo
y de Lázaro, se le preguntó a Jesucristo específicamente para ayudarles. Sin embargo, en el Evangelio de hoy, el escenario
sucede de manera muy diferente. Jesús ve que la muchedumbre lleva al muerto a
la puerta de la ciudad y la madre del muerto está llorando. Sin embargo, nadie
se acerca a Jesús. De alguna manera, Jesús sabe que esta mujer es
viuda y que esto es su único hijo que ha muerto. Jesús da lástima y compasión por ella. Nadie reconoce que él es Jesús y nadie le pide
ayuda, sin embargo, Jesús inicia este milagro y levanta el muerto a la vida.
A menudo en los Evangelios, vemos que Jesús
reconoce el dolor y la tristeza en la vida de la gente, que la gente necesita
sanación en sus vidas. Él tiene compasión para la viuda de Naím como la
ve el dolor y la pena. A veces, puede ser como el hijo de Naim en
nuestra vida de fe. A veces, estamos dormidos en la vida o como los
muertos vivientes en lo que respecta a nuestra espiritualidad, viviendo en el
piloto automático o simplemente haciendo los movimientos de la vida. Tal vez necesitamos Jesucristo específicamente
para despertarnos a la vida de fe.
Por lo tanto, ¿cuáles son algunas maneras que
tenemos que ser despertado en nuestras vidas? Tal vez no queremos mostrar nuestro verdadero ser
a Cristo. Tal vez no queremos mostrar a
Cristo y a nosotros mismos las dificultades y los desafíos y las tentaciones
que tenemos en nuestra vida. Pero no importa la forma en que tratamos de
esconder estas cosas de Dios, Dios nos conoce y está ahí para ayudarnos.
Podemos mirar la manera en que Cristo conocía a la viuda de Naím y su realidad
sin ningún explicación. Dios sabe cuando estamos haciendo nuestro mejor
esfuerzo, pero sabe también cuando estamos en un vacío en nuestra vida. Dios sabe cuando pensamos en cosas que un cristiano
no debe pensar. Dios sabe cuando estamos comprometidos a hacer lo
que sea necesario para crecer en nuestra vida de fe. ¿Escondemos algunas cosas a Dios porque nos
avergonzamos? No debe ser como eso. Dios
es Dios – él puede tomar cualquier realidad que tenemos que darle. Pero tenemos
mostrar la verdad a Dios en nuestro camino de fe. Si no estamos auténtico con él, él no puede
ayudarnos.
Es posible que tengamos que estar despertado de
nuestro cinismo, de nuestra sarcasmo, de nuestro descontento – eso es otra
manera que estamos dormidos en nuestra vida de fe. ¿Ha notado que no es popular en nuestra sociedad
para decir que estamos contentos en nuestra vida? Así que muchos en nuestro mundo sólo quieren
quejarse o destruir en lugar de ayudar a nuestro prójimo o mejorar algo. A veces, alguien hace un comentario agradable para
nosotros, y en lugar de responder en amabilidad, respondemos en una manera sarcástica o con
una broma. Nos puede quedar atrapado en un círculo vicioso
en el que nunca podemos encontrar la felicidad, para quedar en nuestro
descontento. Sin embargo, el salmista dice: "Te alabaré,
Señor." No importa dónde estamos en nuestro camino, tenemos
razones para dar gracias. Podemos alabar al Señor y encontrar la paz en nuestros
corazones. ¿Estamos criticonas en nuestra vida de fe en lugar de dar gracias?
En la definición propia de nuestra espiritualidad
cristiana, la espiritualidad significa despertar. A veces no nos damos cuenta
de la manera que estamos dormidos o que estamos muertos en nuestra vida. Cuando dormimos en nuestra vida, es posible que
nunca podemos comprender la belleza de la vida - la belleza que Dios tiene
reservado para nosotros en nuestra existencia humana. En nuestra vida de fe, Dios puede despertarnos si
estamos abiertos a esta posibilidad.
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