Saturday, January 14, 2012

1/15/2012 – homilia - segundo domingo del tiempo ordinario – Juan 1:35-42


          Juan el Bautista estaba con nosotros en el tiempo de adviento antes de Navidad, y hoy, cuando regresamos al tiempo ordinario, Juan el Bautista está con nosotros otra vez.  En adviento, Juan estaba con nosotros para preparar el camino para Jesús y para su predicación del reino de Dios.  Ahora, Juan estaba aquí para revelar la identidad de Jesús antes de llamar a sus discípulos. 
         Para seguir a Jesús no es algo muy fácil.  Necesitamos tener nuestros corazones abiertos para la verdad y los desafíos en el reino de Dios.  Necesitamos dejar nuestro voluntad propia y nuestro egoísmo para entrar este reino con todos nuestras fuerzas.  Juan nos proclama en el Evangelio que Jesús es el verdadero Cordero de Dios, y esta proclamación pica el interés y la curiosidad de los dos discípulos de Juan.  Y Jesús da esta invitación a esto discípulos -  “Venid a verlo.”
         Todos de nosotros tenemos una llamada para seguir a Jesucristo como nuestro Señor, como el Cordero de Dios.  El Cordero  en el culto de Israel en los tiempos de Jesús era el signo más importante para dar una ofrenda y un sacrificio a Dios. Y en nuestra vida de fe en la Iglesia Católica, proclamamos a Jesús como el Cordero de Dios para decir que la manera mas importante para dar alabanzas y gracias a Dios es para escuchar a la llamada de Dios y para caminar como sus discípulos.  En las aguas de nuestro bautismo, entramos en la muerte de Cristo, y entramos en una nueva vida en El.  Juan el Bautista reconoció a Jesús como el Cordero de Dios, y nosotros debemos reconocer esta identidad también.  Además, esta identidad debe tener un impacto importante en nuestra vida.  Juan el Bautista era un testigo para nosotros, para guiarnos a la fe.  Y nosotros tenemos la responsabilidad para ser testigos también.  
¿Qué buscan?, Jesús pregunta a los dos hombres. Hoy, nosotros tenemos esta pregunta también.  En verdad: ¿Qué buscamos? ¿Qué es nuestra razón de ser, nuestra razón de vivir?

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