Saturday, September 17, 2011

9/18/2011 – la homilia del Domingo XXV del tiempo ordinario – Mateo 20, 1-6, Isaias 55, 6-9


La grandeza del plan de Dios, la grandeza de su reino, es algo que nosotros como seres humano no podemos comprender en su plenitud.  Los planes de Dios no estan conocidos por nosotros.  Con nuestra participación en su reino, con nuestra vida de fe, la voluntad de Dios puede interrelacionarse en nuestra vida, la gracia de Dios puede entrar a nuestro camino.
Hoy, en el Evangelio, aprendemos sobre el reino de Dios con el parábola que Jesús nos da.  En este parábola, los trabajadores entran la jornada a las horas diferentes del día.  Pero, al fin de la jornada, todos los trabajadores reciben el mismo salario.  ¿Por qué?  Jesucristo, como nuestro Salvador, es el dueño de la siembra y El nos cuenta esta parábola. Para muchas personas, la meta de esta parábola es una “injusticia”, especialmente del punto de vista de los trabajadores que trabajan todo el día, porque todos reciben la misma cantidad del dinero. Pero, si queremos ir abajo de la superficie de esta parábola, si queremos analizar el mensaje que este relato tiene en nuestra vida de fe, debemos darnos cuenta de que el Señor no está pretendiendo darnos una lección sobre la moral del salario del trabajor. Tiene una meta muy diferente. Al contrario, Jesús quiere ayudarnos para entender que El es el dueño de la viña, que el es el dueño de nosotros y de nuestro mundo, que la justicia de Dios puede ser muy diferentes de la justicia de los hombres. Esta parábola nos indica que nuestro Señor puede llamarnos a cualquier hora: puede ser a la primera hora del día, o a la última, o cuando sea.  En el momento que estamos llamados, debemos responder de su llamada inmediatamente en lugar de buscar las excusas. El salario es lo mismo en esta parábola porque Jesús está hablando sobre nuestra salvación eterna, una salvación que es un don gratis que Dios nos da, que es para todo el mundo que quiere trabajar en la viña del Señor.
Podemos recorder que el Profeta Isaías nos dice en la primera lectura de hoy: Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca.  Que le malvado abandone su camino, y el criminal sus planes.  Que regrese al Señor y El tendrá piedad.”  Si, el Señor está presente en la realidad de nuestra vida.  Pero, muchas veces, no podemos distinguir entre nuestra voluntad y la voluntad de Dios, entre nuestros planes y nuestros antojos y los planes de Dios, entre nuestra manera de pensar y de mirar el mundo y los pensamientos de Dios.  Somos seres humanos y nuestra visión del mundo no es nada en comparación del punto de vista de Dios.  Estamos buscando la realidad de Dios en nuestra vida, es verdad.  Y Dios nos ayuda en esta búsqueda.  

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