"No estoy yo aquí que soy tu Madre? No estás bajo mi sombra y resguardo? No soy la fuente de tu alegría? No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? Qué mas puedes querer?" La Santísima Virgen María hablaba estas palabras en una conversación que ella tenía con Juan Diego. Podemos reflexionar sobre estas palabras en nuestros corazones. En su misericordia y su ternura materna, nuestra Madre María conoce la verdad de nuestras vidas. Ella se duele y se preocupa e intercede por nosotros en su ternura y cariño. Con el dolor que ella tenía mirando la pasión de su Hijo y su muerte en la cruz, ella tiene compasión para nosotros en nuestro camino y en nuestras cruces.
Nuestra Señora de Guadalupe escogió a Juan Diego en su pequeñez, en su humildad, y en su sencillez para ser mensajero de esta aparición de la Madre de Dios. La Santísima Virgen escogió a un indígena como su intermediario con el Obispo. Es un mensaje de justicia y respecto y dignidad para todas las personas en los margines del mundo. Nosotros, en nuestra humildad y pecados, en nuestras faltas y errores, podemos ir a nuestra Madre como Juan Diego para pedir su ayuda. Hoy, nuestra madre tiene un mensaje para nosotros. Todos nosotros somos sus hijos y una parte de su familia.
Hoy, con nuestra Madre María y con toda la comunidad de los santos, alabamos al Señor en nuestro camino del adviento y en nuestra preparación para el nacimiento del Príncipe de Paz.
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