Aquí estamos al comienzo de nuestro camino de Cuaresma en este primer domingo de Cuaresma. Comenzamos la temporada de Cuaresma la semana pasada en el Miércoles de Ceniza. Las misas siempre están llenas ese día - los fieles quieren declarar públicamente su deseo de alejarse del pecado y seguir el Evangelio de Jesucristo. Creo que muchos de ustedes se sientan igual que yo con la Cuaresma. Yo tengo mucha esperanza en esta temporada cada año para tener la oportunidad de profundizar la comprensión de nuestra fe católica, de participar en una temporada litúrgica que nos dé tiempo para la renovación, la reflexión y los nuevos comienzos.
En el primer domingo de Cuaresma, la lectura del Evangelio siempre trata sobre la tentación de Jesús en el desierto. De hecho, los 40 días de Cuaresma corresponden a los cuarenta días de Jesús en el desierto. Para Jesús, fue un camino de preparación para su misión y su ministerio. Al final de los 40 días, Jesús está tentado por el diablo.
Todos nosotros enfrentamos nuestras propias tentaciones y nuestros propios obstáculos en nuestro camino de fe. Al escuchar a Jesús con su lucha con el diablo y con sus tentaciones, podríamos pensar en las maneras en que nuestro camino de Cuaresma y nuestras disciplinas de Cuaresma pueden ayudarnos con nuestros pecados y nuestras tentaciones. Como católicos, tenemos tres disciplinas en nuestro camino de Cuaresma: el ayuno, la oración y las acciones de caridad y misericordia. Con el ayuno, podemos hacer sacrificios para caminar con Jesús en su camino en el desierto. Con la oración, podemos ir a las misas diarias durante las semanas. Podemos orar el via cruces cada semana. En nuestra parroquia, tenemos el via cruces cada domingo después de la misa dominical en español.
Con las obras de caridad, tocamos la vida de nuestro prójimo con ayuda y apoyo de la profundidad de nuestra fe. Desde el Evangelio de hoy de Jesús y sus tentaciones en el desierto, podemos aprender esta enseñanza: la Cuaresma es un tiempo de transformación y renovación para nosotros, un don de Dios en este sentido. En el Evangelio de San Lucas, se dice que Jesús está conducido al desierto después de su bautismo en el río Jordán. Jesús necesitaba este tiempo de prueba, de tribulación, y de transformación antes de comenzar su ministerio con el pueblo de Israel. Nosotros necesitamos en un tiempo de conversión y transformación y renovación también durante cuaresma en nuestra vida de fe. Todas las instituciones humanas están en necesidad de transformación y renovación, ya que por su propia definición, nada humano es perfecto. La iglesia, nuestra sociedad, nuestra vida - todas ellas están en necesidad de cambio y renovación.
La Iglesia nos invita esta semana para empezar esta temporada de cuaresma, para acompañar Cristo en su camino y su pasión. Podemos aprovechar de estos días con nuestro Señor.
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