Thursday, March 22, 2012

3/25/2012 – el quinto domingo de Cuaresma – Jeremías 32, 31-34; Salmo 51 -


      Estamos caminando con Jesús en el desierto a su cruz durante los cuarenta días de Cuaresma. La Iglesia nos llama a practicar las disciplinas de oración, ayuno, y limosnas.  Tal vez, en estas semanas de Cuaresma, podemos tener una experiencia muy profunda, una experiencia muy eficaz y muy edificante.  Pero, muchos de nosotros estamos en un lugar en nuestra vida donde estamos perdidos, donde estamos buscando la presencia de Cristo en nuestra vida, y no podemos encontrarlo en ningún lugar.
Dios está con nosotros en la realidad de nuestra vida.  En esta realidad, escuchamos el mensaje del profeta Jeremías esta tarde. El profeta nos habla de la nueva alianza que tenemos con Dios, de la nueva alianza que Dios establecería con su pueblo. El Señor pondría su Ley en la totalidad de nuestras vidas – El va a escribirla en la profundidad de nuestros corazones. Por Jeremías, Dios nos dice: “Todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando Yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados”. Dios va a perdonarnos de nuestros pecados. Dios no habla sobre su castigo, sino por su perdón.
Jeremías profetizaba en Israel durante una época muy dura en su historia.  El pueblo no escuchaba la voz de Dios en esta época.  El pueble ha abandonado su ley y sus mandamientos.  El pueblo ha escuchado los profetas falsas de su sociedad.  Y en los 52 capítulos de Jeremías, el profeta hablaba mucho sobre la ira de Dios contra su pueblo.  Pero, también, Dios habla hoy sobre su amor infinito, un amor que puede perdonar y olvidar todo nuestro mal, todo nuestros pecados.
Pero, necesitamos una respuesta a este mensaje que Dios nos da.  El salmista contesta – “Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.”  El salmista es humilde y arrepentido.  El reconoce la autoridad de Dios en su vida.  El reconoce sus culpas y quiere su perdón.  Podemos orar las palabras de este salmo cuando queremos arrepentir de nuestros pecados, de nuestros delitos.  Podemos orar estas palabras para pedir una conversión al Señor, para implorar su misericordia y su compasión.
     En la realidad de nuestra vida, en la realidad de nuestros pecados y nuestros sufrimientos, no podemos olvidar la realidad de Cristo en estas semanas de Cuaresma.  No podemos olvidar nuestro Señor, que se hizo hombre, que vivió y sufrió y murió y resucitó para que nuestros pecados.  En la luz que Cristo llevó a nuestras vidas, tenemos una participación en su resurrección y en su vida eterna.

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