Homilia - en español - XXII domingo del tiempo ordinario - carta de Santiago 1:17-18 and 21b-22 and 27
Me llamo Padre Lincoln Dall. Soy sacerdote diocesano de la Diócesis de Jackson, Mississippi. Cuado pensamos en el territorio misionero, tal vez pensamos en los misioneros trabajando en un país extranjero. Pero, hay territorio misionero en los Estados Unidos también. Jackson es una Diócesis misionera. Tenemos el porcentaje de los católicos más pequeño en los Estados Unidos - solo 3% de la población. Muy diferente de la realidad aquí en California donde hay muchos católicos.
Hoy tenemos una lectura de la carta de Santiago. Santiago nos llama a acoger con humildad la palabra de Dios que ha sido plantada en nosotros, para que la palabra de Dios pueda salvar nuestras almas. No debemos limitarnos a escuchar su palabra, sino creer en ella y hacer lo que dice. Debemos tener una fe en nuestro camino que venga a través de la gracia de Dios que trabaja en nosotros, una fe que siempre nos lleve a la acción. Tratamos de implementar una fe activa como ésta en la diócesis de Jackson: en nuestras escuelas en diferentes partes de nuestra diócesis, en pequeñas parroquias en áreas rurales y en ministerios interculturales, incluyendo parroquias históricamente afro-americanas y en nuestra creciente población hispana.
Yo quiero hablar sobre un ministerio particular que tenemos en la Diócesis - el ministerio para los prisioneros en la cárcel. Las cárceles en Mississippi son lugares terribles - de drogas, de violencia, de pandillas, y sin mucha esperanza. En el verano en Mississippi, hace mucho calor. Pero, por la mayoría de los prisioneros, no está climatizada - no tiene aire acondicionado. Por muchos años, estaba muy difícil para visitar a los prisioneros y para celebrar la misa con ellos. Pero, ahora, tenemos la misa con ellos cada semana. A veces, yo tengo cuatro o cinco visitas a las cárceles en una semana. Tenemos un tabernáculo en la cárcel, donde Cristo está con ellos cada momento del día. Tenemos un programa de formación donde los prisioneros evangelizan los otros prisioneros como misioneros de la Eucaristía. También, hay un proyecto de huertos, donde los prisioneros tienen huertos y donde ellos aprenden y pueden tener los huertos cuando ellos regresan a sus familias. Ellos siembren cosas como tomates, sandías, y maíz. Yo tengo mucha pasión por este ministerio en la cárcel. Tengo mucha esperanza en las transformaciones que yo miro y en la evangelización que tenemos allí.
Yo estoy aquí con ustedes este fin de semana como parte del trabajo misionero de la Iglesia universal. El Papa Francisco dice que no podemos perder la identidad misionera de la Iglesia. Necesitamos ser Iglesia que siempre invita. Cada uno de nosotros como discípulos de Cristo debe tener esta identidad misionera. Debemos participar en la misión universal de la Iglesia. Lamentablemente, hay muchas divisiones y conflictos en el mundo moderno. Entonces, es importante para reconocer nuestro hermano en cada persona, para invitar a nuestro hermano a la vida de fe que tenemos en nuestro Señor Jesucristo. Con esta identidad misionera, podemos abrir muchas posibilidades para nosotros y para nuestro prójimo.
Me alegro mucho para celebrar la misa con ustedes en su parroquia este fe de semana. Su parroquia va a tener una colecta para ayudar la Diócesis de Jackson y en nuestros ministerio, nuestra parroquias, y nuestras escuelas. Gracias por su ayuda. Yo tendré su parroquia en mis oraciones. Yo pido sus oraciones por la Diócesis de Jackson también.